☾︎ 𝚇𝚇𝚇𝙸𝚅 ☽︎

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—...No me iré...

Dijo y de nuevo se comenzaron a besar, habían relajado sus bocas a un ritmo suave y pasional, dulce y enamorado.

Fue así como terminaron de nuevo apoyadas en la pared, mientras Lauren pegaba sus piernas sobre las de la latina.

Los besos comenzaron a hacerse cada vez más tibios y la ojiverde no evitó bajar sus labios hasta el cuello de la latina y besarlo para después pasar a su clavículas, mientras ahora su pierna derecha estaba haciendo presión entre las piernas de Camila.

De un momento a otro, dejaron el incómodo rincón en la pared y en un abrir y cerrar de ojos estaban sobre la cómoda cama de la habitación lujosa.

Haciendo lo que sus cuerpos ardiente les gritaban desesperadamente.

Amándose.

Amándose como nunca nadie se había amado, o así pensaban ellas, mientras Camila se encargaba de dejar besos por todo el pálido cuerpo de la ojiverde, mientras de la boca de ésta salían suaves jadeos.

Llevándose al cielo, tocando las estrellas con la punta de sus dedos, al mismo tiempo, explorando y sintiéndose arder en el cuerpo de la otra, respirando pesadamente, mientras se miraban a los ojos y no podían evitar decir que se amaban, en medio de gemidos y jadeos.

Hasta que la luna alcanzó su punto límite, y ambas calleron rendidas en la cama, Camila con su cabeza en el pecho desnudo de la ojiverde, mientras las dos alcanzaban un sueño profundo, liado a los múltiple clímaxs que se habían ofrecido esa noche.

**************

Lauren se despertó con una sonrisa en los labios, sentía el peso de Camila a su lado, era un peso suave, pues ella era muy liviana.

Cuando los rayos del sol comenzaron a fundirse por el gran ventanal de la lujosa habitación, comenzó perezosa a abrir sus ojos verdes sonriendo mientras se sentaba despacio en la cama.
...Pero un pinchazo en su pecho izquierdo la hizo volver a la realidad, a su lado habían sólo almohadas.

Con una expresión de sorpresa pero a la vez de preocupación, se levantó de un brinco y terminó de despertarse, como si le hubiesen lanzado agua fría en la espalda.

—No, no, no...—susurraba la ojiverde, corriendo hasta el baño de la habitación—¡Camila! —llamó, pero nadie contestó.

Fué hasta la pequeña cocina, llamando su nombre, no estaba, fue hasta el balcón, hasta en el pequeño pasillo para llegar a la habitación.

Nada.

Camila no estaba ahí.

Lauren golpeó fuertemente su pie contra el piso, con rabia, la había usado, le había mentido y la había dejado.

Negando con tristeza caminó hasta la habitación de nuevo, no habían rastros de la latina, ni siquiera una carta que le diese una buena razón de su ida. Nada de nada.

La ojiverde tomó su vestido ahora arrugado y lo acomodó de nuevo en su cuerpo, no se preocupó en ponerse los zapatos y salió de la habitación, con la tarjeta de ésta en mano.

Caminó por todos los pasillos.

—¡Camila! —llamó y repitió sin éxito alguno, comenzaba a desesperarse.

Bajó al lobby, a las escaleras, recepción, salones.

Nada.

La gente la miraba raro al verla sin zapatos y despeinada, pero realmente eso era lo último que le interesaba.

𝙴𝚕 𝚂𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊 [camren] Where stories live. Discover now