☾︎ 𝚇𝚇𝙸𝚅 ☽︎

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—¿Diga? —contestó. Lauren se heló.

Tuvo que agarrar fuerzas de quién sabe donde, para que no se le resbalase el teléfono y sus piernas flaquearan.

—H-hola... ¿Con quién hablo? —preguntó.

—Alejandro. ¿Quién eres tú? —habló la voz gruesa.

—Lauren.

Alejandro abrió la boca sorprendido, y también la persona que estaba a su lado, ya que él tenía el teléfono en altavoz.

La persona, comenzó a actuar nerviosamente y le hizo unas señas a su padre, para que le diese una explicación.

—¿Te conozco, Lauren? —preguntó sabiendo perfectamente quién era por las palabras de su hija.

—No... Yo soy... Yo soy amiga de su hija Camila. Perdone la hora, pero no podía contenerme... Yo... —tanto Alejandro como su hija se quedaron perplejos al escuchar la sinceridad de la ojiverde— ...Yo he intentado comunicarme con ella, he ido a su casa cada día y noche, la he buscado en sus lugares favoritos y también en cada rincón de la escuela, siempre sin éxito. ¿Dónde está? Pregúntele porque me ha dejado sola y vacía. —se dejó llevar y soltó un pequeño sollozo que tanto Alejandro como Camila lograron escuchar.

Camila acomodó los cables y se recostó mejor, intentando no dejarse llevar por la situación.

Alejandro observó cada movimiento de su hija y también el silencio en la otra línea camuflajeado con respiraciones pesadas de la ojiverde.

—Ella está bien, no te preocupes, Lauren. —asintió mirando a su hija con ya ojos brillosos—Pero no te puede ver por los momentos y posiblemente nunca más. —dijo seco.

Camila abrió los ojos con sorpresa e ira.
Lauren hizo lo mismo pero con profunda tristeza.

—¿QUÉ ACABAS DE HACER? —moduló yena de rabia Camila a su padre, moviendo por accidente su brazo soltando un pequeño gemido.

—Lo siento... —sollozó Lauren— Sólo dígale que la queremos intensamente... Dígale que...

—No te quiero ver con ella. No la llames, no le busques, aléjate. —cortó las palabras de la ojiverde, haciendo que tanto Lauren como Camila soltasen un sollozo con un grito ahogado.

No hacía falta que Alejandro le dijese las palabras de Lauren, pues ella personalmente las había escuchado por el altavoz, y eso había hecho que por primera vez, en mucho tiempo, sintiera un dolor real.

—¿Por qué? —preguntó la ojiverde.

Alejandro no sabía que responder.
¿Qué podría decir?

—Porque no quiero que mi hija se junte contigo. —dijo.

Lauren levantó las cejas y casi deja caer el teléfono de nuevo.

—Digale que la quiero y que no fue su culpa. —contestó la ojiverde y trancó el teléfono, para echarse a llorar en su cama, con el corazón hecho trizas.

Mientras, en algún lugar, Alejandro y Camila Cabello discutían por lo que acababa de pasar.

—¿Por qué lo haz hecho? ¡Te he rogado que no! —gritó mientras lloraba.

—¡Entiéndeme, Kaki! No es buen momento para...

—¡No me digas así! Ya no soy un bebé, quiero y puedo hacer lo que me dé la GANA. —gritó haciendo énfasis en la última palabra.

—¡Pues justo en éste momento te lo prohíbo, Karla! —la amenazó.

Camila se echó a llorar.

𝙴𝚕 𝚂𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊 [camren] Where stories live. Discover now