Capitulo 21

114 7 0
                                    

-¿Entonces me dices que parte de tu vida, incluyendo a tu madre perdida, pertenecen a todo un cuento de hadas? -me pregunta Magaret con la boca abierta. Asiento. -¿Y se supone que debo creer que conociste a otros personajes como Peter Pan y el Capitán Grafio? -vuelvo a asentir. Parece estupefacta. -Eso es...

-Lo sé... -digo. Luego de haberle contado toda la historia a Margaret me sorprende que todavía no se haya reído, o salido corriendo como hubiese hecho una persona cuerda. -Abrumadora... -añado en voz baja.

-Yo diría Incleible, pero abrumador funciona. -me dice mientras termina de comer su Yogurt griego con pistacho. Me echo a reír.

-Eres incluso más rara que yo... Si me lo hubieses contado a mi, ya hubiese salido corriendo. -bromeo riendo y al cabo de unos minutos, ella ríe conmigo.

-¿Entonces que piensas hacer? -me pregunta. Buena pregunta, pienso. Es lo que me he estado preguntando desde que desperté de mi sueño o lo que sea. Entonces caigo en cuenta en mi determinación a salvar a Alice, cuan insoportable me es la idea de que este en peligro, y aunque apenas la conozca, es mi madre.

-Ya sé lo que haré. -le digo luego de unos minutos de total calma. Me mira con los iluminados de emoción. -Pero necesitaré tu ayuda...

Camino por la desierta calle de la urbanización. Hace frío aunque estamos en plena primavera casi empezando el verano. En la mayoría de las casas las luces estaban encendidas y dentro se oía el bullicio de una familia normal quizá tomando la cena o simplemente hablando. ¿Por qué mi familia no es normal?

Sacudo la cabeza ante la dirección que han tomado mis pensamientos y sigo caminando con determinación hasta llegar al pequeño bosque y espero. Ojalá que Margaret haya hecho lo que le pedí. Al cabo de diez minutos mi teléfono suena asustándome ante el sepulcral silencio.

-¿Bueno? -contestó.

-Eva, ¿que pasa? Tu amiga me dio tu carta pero no entiendo... -la voz de mi padre resuena a travez de la línea.

-Si, papa. Lo sé... -contestó y suspiro. -escucha, mamá podría estar en peligro y soy la única que la puede ayudar, pero la abuela no quiere que intervenga pero debo hacerlo así que, ya debió darse cuenta de que salí de la casa, necesito que la llames y le digas que me pasare algunas noches contigo. No puede, bajo ninguna circunstancia, o al menos durante los siguientes tres o cuatro días, que estoy en Witzen... -explicó y el permanece en total silencio.

-Entiendo... -responde al fin. -Esta bien cariño. Pero cuídate mucho, que no les pase nada malo...

-Gracias, papá, te amo.

-Yo igual, salúdame a tu madre. Adiós.

-Adiós. -cuelgo y me echo a correr por el bosque sin saber exactamente a donde voy. La verdad es que me sorprende que haya accedido con tanta facilidad, aunque claro, siempre se preocupa de la seguridad de su esposa e hija.

Mis pies chocan contra el frondoso suelo del bosque mientras corro entre sus árboles, esquivando ramas caídas. Luego de haber corrido por unos cinco minutos llego a un pequeño prado y una fría sensación, como hielo por las venas, penetra en mi interior causándome nauseas y temblores. Puedo sentir el portal a unos metros delante de mi.

Me acerco levemente y ahí está, la enorme pared envuelta en hiedra. Tomo mucho aire para estabilizar mi respiración, doy unos pasos atrás para impulso y me echo a correr hacia ella. Y en un abrir y cerrar de ojos ya me encuentro otra vez en Witzen con sus extraños árboles y pequeñas mariposas revoloteaban alrededor. Camine por entre los árboles y me dirigí en la dirección que creí que Alice y el sombrerero me habían llevado.

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Where stories live. Discover now