Capitulo 4

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-Pues, en realidad sólo queremos hacerte algunas preguntas, como por ejemplo, como llegaste aquí...

-Aun no entiendo el porqué de su interés, soy una simple persona....

-No, no lo eres, puede que seas una Grimm, o una simple mundana curiosa, pero tienes algo especial....

-¿Grimm?¿Mundana? -le pregunte confundida-. ¿Qué significa eso? -Alice suspiro, sonando cansada.

-Tengo mucho que explicarte... -dice mirándome de reojo.

-Pues comienza ahora... -le digo girándome hacia ella para observarla mejor.

-Bien, un grimm es aquella persona que puede ver más allá de la realidad...

-¿Como una optimista y altruista? -la interrumpo.

-No, no como una persona optimista o altruista...- dice poniendo los ojos en blanco. - Los Grimm son personas dotadas con la capacidad de reconocer a toda clase de criaturas sobrenaturales, y los mundanos son los humanos normales que ven las cosas como deberían ser... -dice y habla de los mundanos como si escupiera las palabras.

-¿Y tú que eres? -le pregunto, ella me mira alzando las cejas y sonriendo tímidamente.

-Soy Grimm... -responde y se queda pensativa. - Eres muy curiosa, Evangeline... -me dice mirandome atentamente.

-Oh, ahí están... -dice una voz de un hombre desde un árbol que está a unos cuantos metros delante de nosotras, el Sombrerero, quien llevaba el mismo sombrero de la última vez pero llevaba una chaqueta azul oscuro envés de negra.

-Sombrerero - dice Alice sonriendo hacia el mientras este se acercaba.- Recuerdas a Evangeline,  ¿cierto?

-¿Cómo olvidarla? –dice y se voltea hacia mi sonriendo- Hola, querida - me abraza y luego me aprieta los hombros con sus ásperas manos, posando sus extraños ojos en los mios.

-Hola – le respondo sonriendo, aunque apartando mis ojos de su intensa  y extraña mirada de gato.

-Bien, espero que no hayan tenido problemas para llegar... -dijo el sombrerero.

-¿Qué quieres decir? – le pregunto frunciendo el ceño mientras el pasaba su brazo por mis hombros y comenzamos a caminar hacia un  gran muro de matorrales rodeado por un pequeño lago, había un pequeño puente y al final de este estaba una gran puerta de hierro que daba paso al gran castillo que había detrás.

-No en realidad –le dijo Alice antes de que el sombrerero me respondiera. –Usamos el portal que nos traía directamente a Wonderland...

-¿Me pueden decir de que rayos están hablando? Porque la verdad es que no entiendo nada... -los interrumpí.

-La última vez que llegaste aquí, llegaste por, Nowhere- me explica el sombrerero tranquilamente. –Ahí está abandonado y está lleno de monstros y criaturas extrañas...

-¿Y cómo es que estaban ustedes allá la última vez que vine? –pregunte curiosa.

-Pues, al estar abandonada, a veces se pasean algunos de nuestros guardias para asegurar la zona, Alice y yo estábamos visitando a la Reina Blanca... - responde y se ríe al ver mi cara de confusión. –Tienes mucho que aprender de nuestra historia...

-Sí, pero ahora no hay tiempo Sombrerero, las Reinas la esperan – lo interrumpe Alice, sonando cortante y mirando fijamente al Sombrerero. Este se calló inmediatamente, aunque no dejo que lo desanimara, siguió tarareando una extraña canción mientras daba pequeños saltos.

Al traspasar el gran portón, estamos a una plaza circular donde había mucha gente cruzando de un lado para otro, luciendo ropas que se utilizaban en el siglo XVII, vestidos largos y llenos de tela de colores claros y los hombres vestían pantalones anchos y una camisa remangada u overoles, como si fueran granjeros o mineros. Algunas chicas estaban susurrando en una esquina con sus ojos fijos en nosotros mientras entrabamos por el mismo centro de la plaza, hacia el castillo.

El castillo era grande y tenía muchos pasillos y muchos escalones. Alice y el Sombrerero me llevaron a través de varios pasillos y subimos varias escaleras hasta que llegamos a un gran salón donde había un gran trono dorado con cojines rojos, y al lado de este había otro trono, uno algo así como improvisado, este era transparente y sus cojines blancos. Toda la decoración de la habitación era roja y dorada, y en una de las ventanas se encontraban dos mujeres hablando, una, como me imagino que debería de haber imaginado, iba vestida de rojo, también su pelo; mientras que la otra iba vestida con un gran vestido blanco, también su pelo iba blanco.

-Sus  majestades –dijo el Sombrerero, acercándonos a las damas. Estas se giraron al escuchar la voz de este y sonrieron hacia nosotros.

-Alice, Sombrerero –dijo la de rojo sonriendo amablemente hacia estos.

-Su majestad, esta es Evangeline, la chica de quien le hablamos antes.-  dijo Alice hacia la Roja.

-Oh, claro –respondió esta, para luego volverse hacia mí. – Mi nombre es Iracebeth, la reina roja, y esta es Mirana, la reina blanca, mi hermana. –se presentó. – Bienvenida a Wonderland.

{***}

-Entonces, dinos cómo fue que llegaste aquí, Evangeline –pregunto la Reina Roja.

-En realidad no lo sé, Su Majestad –respondí.- Esa tarde había salido a correr por el bosque que le queda como patio a mi casa, de repente mi sendero desapareció y apareció una pequeña mariposa de alas azul lumínico y comenzaron a aparecer más y más mariposas y me llevaron a un muro y me hicieron atravesarlo. –le explique.

-Cuando dices que te obligaron a atravesar el muro, ¿Qué quisiste decir? –pregunto interesada la Reina Blanca.

-Pues, prácticamente me empujaron hacia el muro y caí de este lado... -le respondí mirándolas a ambas. Estaban sentadas en sus respectivos tronos y yo en una silla en frente de ambas, Alice y el Sombrerero habían salido ya hace rato.

-Y cuando entraste, ¿sentiste algún dolor, mareos o algo asi? –me siguió preguntando la Reina Blanca.

-No, nada –respondí encogiéndome en mi silla.

-Bien, eso demuestra que no es una mundana... -explica la Reina Blanca a su hermana, quien se queda pensativa. – Bien, querida, ¿alguna vez has visto algo que nadie más vio?

-Cuando estaba pequeña si veía cosas como esas, pero luego de que mi padre y yo nos mudamos al lado de mi abuela ya no lo veo más, y además he estado teniendo unos sueños muy extraños y mi padre me ha dicho que antes me pasaba lo mismo... -le respondí. Las dos reinas intercambiaron miradas.

-Evangeline, tu caso es un poco extraño, tendremos que ver si encontramos que eres en el Poniux... -sigue diciendo la Reina Blanca luego de haber dado un largo suspiro.

-¿Poniux?¿Que es eso? –digo, y sé que mi cara tiene una mueca de miedo y confusión.

-Es un libro, donde están escritas todas las criaturas y razas que han existido en el mundo... -explica la Reina Blanca, ella seguro que es la médica o algo así. –Bueno, nuestra dimensión...

-¿Y qué quieren decir con que no saben que soy?- le pregunto encogiéndome más todavía en mi silla

-No sabemos que criatura o raza eres –responde esta- Por lo que tendrás que quedarte donde pueda estudiarte por un tiempo para descubrir que eres... -sigue diciendo la Reina Blanca.

-Se va a quedar en tu reino? –le pregunta la roja, después de haber tanto tiempo en silencio.

-Sería lo más preferibles, pero podría quedarse aquí por un tiempo, así se adaptaría a esta dimensión y aprendería toda la historia y los términos y palabras para que no esté preguntando cada vez que decimos algo que no entiende... -brome la Blanca.

-Claro, estoy segura de que tanto Alice como el Sombrerero se encargaran de ella... -responde la Roja.

-Puedes retirarte, Evangeline –dice la Blanca y se gira para hablar con su hermana.

Salgo lo más rápido que puedo de la habitación del trono y afuera están Alice y el Sombrero están esperándome afuera, desde que salgo me miran con los ojos como platos.

-Dijeron que tendría que quedarme aquí para que la Reina Blanca me estudie y averigüe que soy... -les digo. El Sombrerero sonríe y aplaude mientras que Alice me aprieta el hombro derecho.

-Bienvenida a casa...  

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Where stories live. Discover now