Capitulo 22

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-¿¡Cómo pudiste dejar que esto pasara!? -grito Alice con la cara enojada. Estábamos todos en un enorme salón que tenía una mesa redonda con más de diez sillas de madera con aspecto pesado; el Sombrerero, Alice, Mirana, Iracebeth e incluso Nigel está allí. Alice estaba reclamándole a Iracebeth porque esta me había dado lugar en la guerra. La verdad es que si se veía amenazante.

-Alice, querida, cálmate. -intervino Mirana.

-¿Qué me calme? -se giró ante la otra hermana. Todo su semblante reflejaba locura. -¿Cómo te caería el vaso si fuera tu hija la que fuera a la guerra? -dijo mientras se acercaba cautelosamente. Mirana se quedó sin palabras y pude ver como su piel nívea se tornaba de un ligero rosa. -Eso pensé.

-Mama... -comencé pero decidí callarme cuando sus ojos llenos de furia se posaron en mí.

-Alice, escucha, sé que no te agrada mucho la idea de que Evangeline participe en esta guerra, pero puedes creerme cuando te digo que no correrá riesgo alguno. -le dice Iracebeth tranquilamente.

-¿Cómo puedes asegurarlo? -le pregunta, su voz preñada de veneno. Iracebeth miro a su hermana con el rostro serio y escuche como Mirana aguantaba la respiración. -¿Qué es lo que pasa? -inquirió cuando ninguna de las hermanas respondió.

-Es algo que debimos haberte dicho desde hace tiempo, pero no se puede interferir con el destino. -dice Iracebeth después de unos minutos de silencio. -Es algo que no era nuestra responsabilidad que supieran. Vengan, tomen asiento.

Todos en el salón nos acercamos a la enorme mesa y tomamos asiento. Con un estremecimiento recordé la historia de Camelot con todas sus guerras y dragones y princesas. Me pregunto si esa también será real. Seguro que sí.

-Esta historia remota a la primera vez que viniste a Witzen, Alice, cuando todavía eras una niña. Habíamos hablado con Absolem para tener conocimiento sobre ti, fue entonces cuando nos mostró la profecía, que la hija de Acareshia seria quien liberaría a Witzen de la opresión de la oscuridad... Y cuando la última guerra fue llevada a cabo, no se esfumó.

-Ese es mi linaje... -interrumpió. -¿Por qué tiene que ir ella si puedo ir yo?

-Porque, querida Alice, hija quiere decir bruja. Una bruja descendiente de Acareshia. -explico Mirana. La boca de Alice formo una pequeña O.

-Es por esto que permití que trabajara en la guerra. -termino Iraceberh con una pequeña sonrisa. -Ademas Nigel fue quien la entreno. Nigel, ¿puedes darnos tu punto de vista? -mire a Nigel, el hombre ni siquiera me miraba pero me intimidaba.

-Pues, a decir verdad... -hace una pausa. -La joven Mills es brillante, deberían ver como maneja la espada con tan solo un dia de entrenamiento... -termino diciéndome sorprendiéndome. Alice pareció satisfecha aunque aún tenía sus dudas en los ojos.

-Bien, pero que quede claro... Si algo sale mal, la mínima cosa, te culpare. -le dijo a Iracebeth y salió por la puerta dramáticamente. Todos en la sala se aliviaron cuando esta salió.

-Dios, que difícil se pone a veces... -dijo Mirana divertida y el Sombrerero rió con su peculiar risa.

De repente la puerta se abrió de golpe y todos llevaron sus ojos allí, Nigel poniéndose de pies mientras desenvainaba su espada, Iracebeth miraba iracunda hacia la persona que entraba mientras trataba de ocultarme y Mirana contuvo la respiración. No podría ser alguien a quien se alegrarán de ver.

-Oh, por favor, creí que era una reunión familiar... -la fría voz de Alexia traspasó mis expectativas. -Sólo las vine a visitar, hermanitas. -escuche como su voz se acercaba poco a poco.

-Ya nos viste. Espero que halla sido placentero tu viaje, la próxima vez manda un comunicado. -respondió igual de fría Iracebeth.

-Puedo hacer lo que quiera pequeña mocosa, este es castillo de nuestra madre. -la voz de Alexia fue aún más fría y llena de resentimiento.

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Where stories live. Discover now