Capitulo 9

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  Estábamos en un valle donde un pequeño río cristalino corría libremente por medio de este, pero había algo mal con la imagen, debería ser llena de paz y felicidad como los cuentos de princesas que les cuentan a los niños, pero no. En medio del hermoso y pintoresco valle se desataba una sangrienta batalla, donde sólo se veía un borrón de telas oscuras y se oía el horrible sonido de espadas chocando, de personas gritando. Mire hacia abajo y vi que traía una armadura rojo oscuro con una falda de maya que caía a mi lado derecho, en mi mano derecha traía una espada y en mi izquierda un enorme escudo. Frente a mí se alzó una sombra negra, luego comprendí que era una persona que traía una capa de plumas negra con capucha, mi yo del sueño no pudo evitar abalanzarse hacia la sombra con la espada en mano...

Y justo en ese momento desperté tomando una gran bocada de aire, como si me hubiera estado ahogando. Nuestro pequeño campamento permanecía en paz, un tranquilo humo subía tranquilamente de la hoguera recién apagadas. Estaba tumbada justo donde me había quedado, pero tenía una gruesa manta echada sobre mis piernas y una pequeña almohada en donde reposaba mi cabeza.


-¿Pesadillas? -dijo una voz detrás de mí. Allí se encontraba la reina, majestuosa como siempre, me miraba con la curiosidad de un niño y me sonreía tímidamente.

-Majestad, buenos días, ¿cómo durmió? -le pregunté más por ser cortes que otra cosa ya que sentía mi acelerado corazón en la garganta y no podía sacar el cólera de mi estómago.

-Muy bien, pero por lo que veo... Tu no tanto... - dijo y se acercó a mí. -Te estuve observando parte de la noche, bastante interesante... Hablas en sueño, te mueves mucho antes de quedar profundamente dormida... 

-¿Hablo en sueños? -pregunté.

-Sí, contaste mucho de tu vida tan...interesante... -dijo en forma de broma.

-No puedo creerlo.... –comencé a decir pero un espantoso ruido interrumpió en el aire haciendo despertar a todo el mundo.

Todos se levantaron del suelo mientras este temblaba haciéndolos caer de nuevo. Se oían unos espeluznantes gruñidos y en suelo temblaba cada vez más fuertes.

-¡SON OGROS! –escuche gritar a alguien e inmediatamente todo el mundo comenzó a esparcirse. La reina a mi lado comenzó a correr hacia donde sus guardias la llamaban levándome con ella del brazo.

No podía quitar la vista del bosque de donde se veían que se iban aplastando arboles y de donde provenía todo el ruido. Lo más espantoso fue cuando aparecieron las criaturas. Unas horribles criaturas de inmenso tamaño con la piel gris verdosa que parecía como si fueran los troncos de los arboles; tenía dos agujeros en lugar de una nariz y sus ojos estaban separados de lados opuestos, y su boca era grande y alargada de la cual sobresalían los enormes y sucios dientes.

Escuche como alguien profería un grito de horror, y no fue hasta que sentí como si me estuvieran desgarrando la garganta que comprendí que era yo quien gritaba.

-¡Evangeline, cálmate! –escuche que me decía Mirana, pero yo no podía apartar la mirada de las horrorosas criaturas. De repente la mano de la reina desapareció de su agarre y caí en el suelo, golpeándome violentamente la cabeza contra el suelo.

Los bordes de mi visión se pusieron negras en las esquinas y se llena de puntitos negros, sentí un liquido caliente bajándome por la nuca. ¿Sangre? Tal vez. Escuche que alguien gritaba mi nombre, pero fue un sonido nebuloso, como si estuviera bajo el agua.

Estaba tan ensimismada que no me di cuenta de cuenta de que una de las horribles criaturas me levanto violentamente hasta que esta me zarandeo, haciéndome despertar. Me encontraba a más de diez metros de alturas, en el suelo se encontraba nuestro pequeño campamento, al pie de este se encontraban los caballeros que estaban frente a la reina con sus espadas en alto para protegerla, mientras que detrás de ellos se encontraba el Sombrerero sosteniendo a una muy enojada Alice que forcejaba para soltarse. Mis oídos se fueron destapando lentamente y pude escuchar los que gritaba antes de volver a quedar inconsciente de nuevo.

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora