Capitulo 1

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Este había sido el día mas largo y cansado de mi vida. Primero tuve que entregar un manuscrito en clase de literatura, luego tuve un examen de matemáticas, después tuve que correr dos kilómetros y medio y jugar un partido de volleyball en clase de gimnasia. Simplemente agotador.

Ahora estaba en la ultima clase del día, gracias al cielo, estábamos en química, Margaret, mi mejor amiga y yo, como siempre en nuestros lugares habituales. Todo iba bien hasta que escuche que gritaban mi nombre. Me voltee rápidamente, casi calendo de la silla, pero todos mis compañeros estaban concentrados en sus respectivos trabajos.

-¿Estas bien, Eva? -pregunto Margaret. Opte por preguntarle si también había oído que gritaban mi nombre, pero seguro me miraría con esa mirada suya tan rara y me diría algo como ¨¿segura que estas bien, chica... no has tomado ninguna pastilla fuera de lo usual, verdad?¨ así que solo le mentí.

-Si. -dije. -Fue un escalofrío.

-¿Todo bien chicas? -dijo Stefan, nuestro joven profesor.

-Si, Sr. Stiles... -respondió Margaret, pero Stefan me miraba a mi así que asentí y me puse a trabajar.

Al tocar el timbre me fui directamente a mi casillero a buscar mis libros de las asignaturas con tareas asignadas, para luego irme directamente al autobús. Casi todos los asientos estaban llenos ya. Te sorprendería cuan rápido se llenan los autobuses de esta escuela. 

Busque a Margaret con la mirada para encontrarla junto a Fred, el chico que le gustaba. Me miro suplicándome que no la obligara a sentarse conmigo así que solo la deje y me senté en el asiento vacío que encontré y rogué a Dios que nadie se sentara junto a mi, pero al parecer, lo pedí bastante tarde porque dos minutos después Axel se sentó junto a mi.

Él solo se sentó allí y me miro gran parte del camino mientras que yo trataba de ignorarlo mirando por una ventana o perdiéndome en la música que tenia a todo volumen en mi iPod. Estaba al final de una canción de Bruno Mars cuando Axel me toco el hombro. Alce la mirada y vi que estaba parado.

-Ya llegamos -fue todo lo que dijo, y al parecer tenia razón, habíamos llegado a nuestra parada. Me paré rápidamente y salí a la calle. -Evangeline, ¿cierto? -dijo. Me voltee mirándolo confundida. ¿Como no se iba a saber el nombre de su vecina? 

-Si, y tu eres Axel... -dije como si fuera lo mas obvio y seguí caminando.

-Nunca habíamos hablado, ¿por qué? -siguió hablando mientras caminaba a mi lado. Era alto, de tez olivacea y ojos marrones y se mordia el labio inferior mientras hablaba conmigo, como si estuviese nerviosos y no quisiera que yo lo notara. Ademas, se notaba que iba al gimnasio y que jugaba en el equipo de soccer.

-Em... no lo se, tal vez nunca habíamos tenido que hacerlo.... También soy muy reservada.

-Si, pero eres mi vecina, los vecinos tienen que hablar aunque sea solo una vez en su vida.

-Bueno, estamos hablando ahora... -dije exasperada al dar la vuelta en la esquina me encontré con la casa de mi abuela, así que me voltee hacia Axel y me despedí con una pequeña y tímida sonrisa y entre a la casa de mi abuela.

-Ha sido un gran placer hablar contigo, Evangeline. -fue lo ultimo que escuche antes de cerrar la puerta.

-Eva querida, ¿como te fue en la escuela? -dijo mi abuela.

-Bien, nana. Estuve bastante ocupada, pero me fue bien. Solo doy gracias a Dios de que ya acabo.

-Claro, si quieres puedes ir a dormir antes de cenar.

-No, esta bien. Tengo que terminar unas tareas primero. -dije y subí a mi habitación. Era raro pero tenia dos habitaciones, una aquí y otra en casa de mi padre, justo al lado.

Me senté en mi cama y tome mi cuaderno de arte. Aunque era cierto que tenia que terminar mis tareas, necesitaba desahogarme con algo.

Nunca recordé haberme quedado dormida, pero desperté en un lugar que no era mi habitación en la casa de nana. Estaba todo oscuro y hacia frío, comprendí que estaba en el bosque, cerca de donde estaba había un gran sauce, no sabia porque o como pero el sauce me llamaba: ¨Evangeline... Evangeline¨ y cada vez se fueron sumando mas y mas voces gritando mi nombre ¨¡EVANGELINE!¨ 

-Eva, surgió la dulce voz de la abuela. -cariño, te quedaste dormida sobre tus cosas... -dijo. Yo estaba sudada y jadeando. -¿Estas bien?

-Si, solo fue un sueño. -le explique. -solo un sueño. -repetí para convencerme mas a mi que a ella.

Siempre me han pasado cosas extrañas, pero ninguna como aquella. Podía haber jurado oír a aquel extraño sauce llamándome por mi nombre, antes había habado con la nada, había tenido raros sueños y había visto cosas que nadie mas podía ver.

-¿Querida, vas a comer algo o vas a dejar que la sopa se enfríe? -mi abuela interrumpió mis pensamientos de nuevo.

-lo siento, nana, supongo que no soy muy buena compañía ahora mismo... Solo tengo que dormir. Estoy cansada. 

-Claro, puedes irte a dormir en cuanto PRUEBES tu comida... -insistió. -Ah y recuerda que tu padre viene mañana en la tarde. 

-Está bien. -respondí. Me comí la mitad de la sopa y subí a mi habitación y me tire en la cama con todo y ropa.

No recuerdo haberme dormido otra vez, pero estaba corriendo, no se de quien o porque corría, pero sabia que tenia que hacerlo porque en ello me iba la vida. Estaba en un hermoso jardín que tenia tres fuentes grandes y allí debían de estar todos los tipos de flores que existían en el mundo. Al final del jardín había un arco de ramas con hojas e  hierbas que se veía sin fin, sentí la adrenalina correr por mis venas y me eche a correr hacia allí.

Corrí y corrí hasta cansarme pero mi instinto me decía que siguiera corriendo, al final de aquel arco había un gran hoyo, como el de una madriguera y yo estaba yendo directamente hacia él. Trate de parar pero iba a demasiada velocidad y no pude evitar caer a la madriguera.

Mientras caía, no pude evitar gritar a todo pulmón mientras agitaba los brazos en busca de algo a lo que agarrarme pero se me agotaba el tiempo, y justo cuando iba a tocar el suelo y creía que iba a romper un hueso o algo así, me desperté gritando. Estaba todo oscuro y yo estaba sudada y con la ropa aun puesta. Lo mas extraño era que mi ropa estaba sucia de tierra, mis botas embarradas con lodo y mi cabello tenia hojas enredadas y algunas ramitas. Mi corazón siguió corriendo a mil por hora y podía sentir la adrenalina correr por mis venas.

Si ese sueño fue eso, solo un sueño, a mi me pareció muy real.

Luego de haberme calmado un poco, fui al baño y tome una ducha, me puse mi pijama y baje a la cocina por un vaso de leche. Luego, como no quería volver a dormir -a soñar- subí a mi habitación para terminar las tareas. El reloj daban las dos y quince de la madrugada.

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora