-¡No puedo creer que nunca me lo dijeran! –estaba gritando. Estaba enojada, bastante enojada con mi padre y mi abuela. – Es de mi madre de quien se trataba... ¿cuándo pensaban decírmelo, eh? –seguí gritando sin importarme lo más mínimo la cara de dolor o terror que tenía mi abuela. - ¡No me toques! –le grite cuando este trato de tocarme. – no me lo puedo creer, es imposible... no puedo creer que tú, mi abuela, y tú, mi padre, me hallan mentido sobre la existencia de mi madre... Todos estos años pensé que mi madre me había abandonado, o quizá había muerto, pero no... -me callo, apretando los labios para no empezar a llorar, porque sé que si lo hago, no podre para.
-Hija, por favor...-me dijo mi padre mientras se levantaba de la silla caminando hacia mí con cautela, como si yo fuera un depredador.
-¡No! –le grito.- Tu más que nadie debiste entenderme, mi madre... -seguí diciendo pero mi voz se ahogó en un sollozo.
Me abrace el pecho con mis brazos y me senté en el piso sollozando. Alice, que hasta ahora no había dicho nada, detuvo el avance de mi padre y se sentó junto a mí. Olía extrañamente familiar, olía a madera, sudor y lavanda, una extraña pero reconfortante mezcla, olía como a casa.
-Escucha, Evangeline –dijo y mi nombre salió como una poesía de sus labios.- sé que esto puede ser un poco frustrante, diecisiete años de tu vida sin madre y ahora aparece esta figura mística para ti reclamando su lugar... Pero, no puedes echarle la culpa a tu padre o a tu abuela por haberse guardado ese secreto, lo hicieron para protegerte...
-Pero... me mintieron acerca de ti... -mi voz sonaba ronca.
-En realidad, lo hicieron por ti, es mejor que pensaras que no tenías madre a pasar diecisiete años buscándola, ¿no crees? –su voz sonaba tan calmada que me hacía acompasar mi respiración que querer dormir un rato, como cuando me dolía la cabeza o lloraba por mucho rato. – Entendemos tu situación, y sabemos que lo que hicimos está mal, pero fue por tu propio bien, no quería que mi niña sufriera, por eso hice lo que hice....
-Mama... -susurre su nombre y le rodee el cuello con mis brazos, ella me devolvió el abrazo inmediatamente y pude sentir que su cuerpo se relajaba bajo mis brazos como un hielo se derrite al calor del fuego.
Sentí que unos brazos robustos me abrazaban por detrás. Mi padre. Y luego a este abrazo se unió también mi abuela.
{***}
-¿En serio se tienen que ir ya, tan pronto? –pregunto mi padre por quinta vez. Estábamos todos en el porche de la casa, Alice y yo despidiéndonos para volver a Witzen. – Vamos, se pueden ir mañana en la mañana... - insistía mientras apretaba la mano de Alice... mama.
– Ya tenemos que irnos, mañana tenemos que emprender un viaje muy largo, debemos llegar a Wonderland esta noche... -respondió Alice, en su cara se veía que tampoco quería irse.
Oí a mi padre quejarse como un niño de cinco años, lo que hizo reír a Alice que se acercó a él y planto un beso en su boca, pero cuando se trató de alejar mi padre la tomo de la cintura y comenzó a besarla suavemente. Wow, tal vez por eso se enamoró de él, porque era muy dulce.
-Oh, ya basta chicos.... –bromee haciendo cara de asco hacia ellos. Mi abuela rio entre dientes y mis padres se separaron, Alice sonrojada, como si la hubieran descubierto haciendo algo malo... -bastantes muestras de afecto...
-Oh, Evangeline, vamos, es mi esposa, tengo diecisiete años sin verla... tengo todo el derecho de hacer lo que quiera con ella... -me dijo mi padre, pero miraba a mi madre, y esta se sonrojo aún más furiosamente.
-¿Ah sí? Pues déjame decirte que no podrás detenernos querido, ya nos vamos... -dijo mi madre. Le dio un corto beso y se apartó de el antes de que pudiera atraparla de nuevo. –Adiós, mama –se despidió de mi abuela con un abrazo.
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Perdida en Ninguna Parte (En edición)
Fantasy¿Qué harías si un día entrarás en otra dimensión, a otra perspectiva, donde la realidad y todo tu mundo, todo lo que creías real, es sólo un espejismo? Evangeline Mills es una chica rara, apartada; ve cosas donde no las hay, cree más en ella misma y...