Capitulo 6

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¿Quién era yo? Eso tenía que averiguarlo por mí misma, o eso había dicho Absolem. Mañana partiría a Trotter's Bottom a mi futuro incierto para descubrir que era. Después de haber hablado con Absolem, Alice, el Sombrerero y yo habíamos vuelto al castillo y ahora estaba en mi habitación atravesada en la enorme cama mirando el techo mientras anochecía.

Poco a poco me di cuenta de que estas pondrían ser mis últimas semanas de vida normal, o quizá mi última oportunidad de ver a mi padre y a mi abuela, así que al final me decidí a volver a Underland o lo que sea. Me pare de la cama, me puse mis jeans y mis botas de nuevo y salí en busca de Alice. Camine mucho y casi me pierdo por los pasillos del castillo, pero al final encontré a Alice en una sala espaciosa que tenía un gran ventanal y esta estaba sentada en un pequeño mueble mientras escribía en un cuaderno de piel. Me acerque a ella silenciosamente, explorando aquel salón, era muy espacioso y el techo también era de cristal, una de las paredes la habían convertido en un librero y estaba repleto de libros viejos y polvorientos.

-¿Qué haces aquí? –me pregunto sin siquiera levantar la mirada del viejo cuaderno.

-Tenía que hablarte sobre... -me aclare la garganta. - volver a Underland... -esto pareció atraer su atención ya que levantó su intensa mirada azul y la posó en mí. Me miro de arriba a abajo con el ceño fruncido.

-¿Por qué quieres irte? -pregunto sonando un poco molesta.

-No, en realidad no quiero irme, sólo quiero que mi padre y mi abuela sepan que estoy bien y no me busquen... -le respondo. Ella parece entenderlo.

-Bien, le informaré a la Reina. -dice levantándose de su asiento y se va. Noto que deja el cuaderno abierto encima del pequeño escritorio y no pude evitar echar una ojeada. Era su diario. Alice M. Kingsleight L., rezaba la portada; abrí el diario donde estaba el separador y allí estaba una pequeña foto de una bebé, era rubia y tenía los ojos cerrados. Se veía hermosa; al pie de la foto Alice citaba:

"Aún no puedo creer que esta criatura sea mía. Es tan hermosa, aunque he de admitir que se parece un poco a su padre; me duele que no esté aquí, pero era necesario, era necesario que estuviera a salvó por ella; me duele dejarla a ella, pero se que es lo mejor, tengo que protegerla de toda esta locura, no me puedo permitir que l

e pase nada malo a mi niña..."

-Creo que eso es privado -escuche la voz de Alice detrás de mi y yo solté el diario dejándolo caer en el piso boca abajo.

-Lo siento, no quise... -comencé a disculparme pero Alice me interrumpió.

-Ya basta, es hora de irnos -se veía sería y fruncía el ceño enojada. No pude evitar que la sangre me subiera a las mejillas.

Recogí el diario y lo deje encima del pequeño escritorio y salí lo más rápido que pude de aquella sala seguida por una enojada Alice. Al salir a la plaza, di gracias a Dios que llevaba una chaqueta ya que la noche se estaba volviendo helada. Salimos tranquilamente del castillo por su enorme puerta y caminamos un largo sendero, más largo de lo que recordaba que había caminado la última vez que llegué. Al final llegamos a uno de los muros por los que habíamos pasado antes, allí se encontraban el Sombrerero y el conejo.

-¿Ustedes también van con nosotras? -le pregunté al Sombrerero.

-No no, solo vinimos a despedirlas... -respondió este sonriendo. Su cabello relucía bajo la pálida luz de la luna. -No tarden demasiado, por favor... -le dijo esta vez a Alice.

-Si sí, no nos vamos a pegar los zapatos al suelo Sombrerero, sólo quiere ver a su familia -le respondió. Sonaba algo molesta y yo esperaba que no fuera conmigo, viajar con alguien que esté molesto contigo no es un sueño...

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Where stories live. Discover now