Capitulo 14

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Apenas llevábamos unos minutos en Trotter's Bottom cuando ya quería dormir. Últimamente me entraba mucho sueño y no tenía ni la mínima idea de por qué. Juntos entramos en el enorme castillo de Mirana, con esta a la cabeza como guía, aunque los únicos turistas allí éramos Edgar y yo.

-Bien, ¿no quieren comer algo? –nos preguntó Miranda a Edgar y a mí con una amplia sonrisa. –Oh, vamos, se ven cansados y hambriento. No pueden rechazar a la reina, es mas es una orden... -nos siguió insistiendo cuando vio que dudábamos. –Vayan ahora mismo a la cocina. ¡Andrea! –grito y una mujer de mediana edad apareció rápidamente, era regordeta y de pequeño tamaño y llevada un delantal blanco perfectamente planchado.

-Oh, su Majestad, me alegra que este de vuelta sana y salva, ¿Cómo estuvo su viaje? –le pregunto sonando entusiasta.

-Estuvo muy bien Andrea, gracias por preguntar, ahora lleva a estos jovencitos a la cocina y que les preparen algo delicioso para comer mientras que nosotros vamos a mi estudio y tenemos una charla de adultos... -termino guiñándome el ojo para luego alejarse. La mujer que respondía al nombre de Andrea nos tomó por el brazo a mí y a Edgar y prácticamente nos arrastró hasta la cocina mientras nosotros nos retorcíamos para poder estar en la ¨conversación de adultos¨. Al final nos rendimos, uno, porque estábamos totalmente agotados y dos, esta Andrea si que era insistente.

-No se preocupe que ahora mismo les resuelvo su hambre. ¿Qué les parecería una torta de chocolate con fresas? –dijo mientras entrabamos a la cocina.

-Eso estaría bien... -le respondí luego de haberle dado una mirada de irritación.

-Aquí se hace la mejor torta, así que van a ver que se van a lamer los dedos cuando prueben lo deliciosa que es nuestro chocolate, es casero, lo hacemos justo aquí... -continuo parloteando y Edgar y yo nos sentamos en la pequeña mesa que había a un lado en la gran cocina.

Aquel lugar ni siquiera tenía la mínima pinta de ser el lugar donde se hace la cocida, todo era brillante y blanco, hasta te daban ganas de cerrar los ajos ante tal resplandor. De repente una puerta al final de la cocina se abrió dejando entrar a una mujer bajita y placa junto con un muchacho alto rubio. El muchacho se me parecía a... Edgar.

-¿Miquel? –pregunto este a mi lado viéndose atónito. El muchacho que acababa de entrar en la cocina se volteo hacia la voz de Edgar con el cuerpo y lo miro sorprendido. -¿Ma- mama? –luego dijo incrédulo viendo a la mujer, a quien se le llenaron los ojos de lágrimas.

-¿Edgar? –susurro esta con sus manos en su boca acallando un sollozo. Se echó a correr hacia Edgar como si no lo hubiese soportado más y lo estrecho entre sus flacuchos brazos. –hijo. –le susurro mientras le acariciaba el cabello y este sollozaba en su cuello. El otro muchacho, Miquel, se acercó a ellos y los abrazo a ambos en un abrazo de grupo.

No sabía que estaba llorando hasta que sentí una lagrima caer de mi mandíbula a mi regazo así que la seque rápidamente y me quede observando a la familia nuevamente reunida, sintiéndome fuera de lugar, como si fuera algún extra de una película que no debió de estar en la escena.

-Mama, Miquel, ella es Evangeline, una amiga... -dijo sacándome de mi ensoñación. –es por ella que estoy aquí. –termino diciendo dedicándome una sonrisa. Su madre y su hermano me miraron con ojos brillantes.

-Hola. –dije tímidamente y sonrojada. La mujer se acercó a mí y puso ambas manos en mis hombros, Edgar no se parecía mucho a ella, solo había sacado sus ojos azules; en cambio era muy parecido a su hermano con el cabello rubio y brillante y el cuerpo bien formado, musculoso y alto. La mujer me dio un fuerte abrazo, sorprendiéndome una vez más.

-Gracias... -susurro en mi oído para luego soltarme y volver con sus hijos. Su hermano en cambio se limitó a mirarme con los ojos entrecerrados. Nos quedamos en un incómodo silencio de mi parte.

Perdida en Ninguna Parte (En edición)Where stories live. Discover now