Capítulo 39: Amor

392 14 0
                                    

- ¿Qué os pasa? ¿Es que no vais a venir?-nos reclamaron nuestros amigos.

- Sí, ahora vamos-les contesté yo. Me giré de nuevo hacia Mike y le dije:-. Mike, creo que es mejor que entremos y que lo hablemos allí dentro si no queremos perderles de vista. Por favor.

- Está bien-lo notaba nervioso. Llegamos a la entrada y nos hicieron enseñarles el DNI y darles el dinero de la pulsera para poder entrar. Teníamos muchas ganas. Nos encontrábamos a tan solo unos metros del deejay mas famoso del mundo. La entrada nos costó noventa euros a cada uno, pero era o pagabas, o te quedabas fuera contemplando el paisaje. Y no era ese el pan. Por Guetta lo que hiciera falta.

Había gente, pero aún no estaba lleno. Eran las 18:00 de la tarde cuando entramos y aún quedaban seis horas de espectáculo. La gente vendría sobre las ocho o las nueve, cuando el sol se escondiera y la noche gobernara de nuevo.

Guetta estaba encima del escenario pinchando sus canciones más actuales y la gente flipaba con él, como yo. Me puse a sacarle fotos como una loca y no pude evitar sacarme unas cuantas selfies con el gran escenario detrás.

Pero la tontería se terminó cuando Mike me volvió a coger por el brazo y me llevó para sí. No hacían falta las palabras para saber lo que quería. Estaba claro.

- Vamos a los baños-le dije yo. Asintió y nos fuimos directos para allá dejando a nuestros amigos saltando al son de la música junto a las demás personas. Con un poco de suerte ni se daban cuenta de que nos habíamos ido.

Llegamos a los baños y un chico salió del baño de hombres que se asustó al vernos en la misma puerta. Mike y yo nos miramos fijamente y suspiramos al mismo tiempo. Finalmente, él habló primero.

- Lina, ¿qué nos está pasando? Primero te vas sin avisar y estás desaparecida un mes y luego apareces como si nada el mismo día que nos vamos a Ibiza ¿y encima te encuentro con esta actitud?

- ¿Y yo que quieres que te diga Mike? A mí no me pasa nada contigo... y lo que ha pasado durante este último mes ya te lo he dicho. Lo siento muchísimo de verdad.

- Lo único que necesito saber es si hay algo importante que me quieras contar-sus hermosos pero pequeños ojos marrones mostraban tristeza-. Yo te amo Lina. ¿Lo sabes verdad?

- Mike, solo estoy un poco confusa, nada más. Y claro que lo sé, y yo a ti... Pero mira, en la carta se mencionaba lo de la mariposa, y antes, cuando estaba en la habitación con Rose, una se posó en mi nariz. Intenté apartarla pero no se movió. Entonces pensé que era una señal. Me comencé a sentir mal de nuevo y no sabía qué hacer ni qué pensar. Pero yo no puedo arreglar lo que ha ocurrido. Así que he pensado que voy a ser feliz. Voy a ser feliz contigo, que es lo que siempre he deseado. Nunca te voy a dejar.

Entonces, en ese instanté, noté cómo se iba acercando lentamente hacia mí y me pasaba los brazos por detrás de la espalda para acercarme a él aún más. Nos miramos fijamente, sus ojos clavados en los míos y los míos en los suyos. Lo amaba, ahora lo sabía bien.

Acerqué mi cara aún más a la suya y nuestros labios quedaron pegados al instante. Lo amaba a él. Amaba sus labios, que sabían cálidos y profundos. Nos empezamos a besar cada vez con más intensidad y sus manos cogieron los extremos de mi camiseta cián e intentaron subirla lentamente. Sabía que era el momento. Sabía que era la persona indicada. Pero sabía que no era el lugar adecuado.

- Vayamos dentro -le dije, señalando como pude el baño de hombres-. Con un poco de suerte nadie entrará-nos metimos dentro y me subí a horcajadas en Mike. Cerré la puerta exterior con pestillo y entramos en uno de los aseos. Nuestros labios aún continuaban su intenso juego.

Mike continuó lo que tenía pendiente con mi camiseta hasta que ésta se desprendió de mi cuerpo. Hice lo mismo con él, que no se resistió. Pasó sus manos, ahora libres, por mis pantalones. Primero por fuera, luego por dentro. Me estremecí cuando lo hizo pero me sentí bien y deseada.

Sus dedos pasaron por el botón de mi pantalón y lo desabrocharon. Bajó la cremallera, y de pronto, me encontré semidesnuda delante de él. Pero no me importaba. Era lo correcto.

Le hice exactamente lo mismo que el me hizo a mí, hasta que los dos nos encontramos dispuestos a dar el paso y nuestra ropa interior fue desprendida de nosotros ligera y suavemente como si de una pluma se tratase.

- ¿Es tu primera vez?-me preguntó Mike con la respiración agitada, mientras me seguía besando.

- Sí. He estado esperando este momento mucho tiempo. Y por fin se va a hacer realidad. ¿Es tu primera vez también?

- Sí, lo es. Te amo Lina, te amo.

- Yo a ti también, Mike-entonces entró, y a partir de ahí no recuerdo más. Solo recuerdo de que fue la media hora más bonita y placentera que había vivido nunca. Un momento extraordinario.

Llegamos a la pista y allí estaban nuestros amigos, saltando sin parar. Menos Rose, que nada más verme vino corriendo hacia mí y me abrazó fuertemente. Mike se fue con Brad y Rory y nos dejó solas a mi amiga y a mí.

- ¡Tíaaaa! ¿Dónde habéis estado durante tanto tiempo?-me gritó eufórica.

- Hey, para el carro amiga del alma... No vas a creerte lo que ha pasado-me reí.

-Oh dios. ¡Cuéntamelo todo!-ella ya sabía de que le estaba hablando.

-Pues... nos hemos metido en el baño de hombres, hemos cerrado el pestillo para que nadie entrara y ahí ha ocurrido todo... Ah, y la tapa del váter estaba limpia. Todo ha ido genial.

- ¡Lina! ¡Me siento genial por ti! Qué alegría.

- Sí, aunque no todo ha sido tan perfecto-me reí de nuevo; mi amiga con las manos en la cabeza como si no se lo creyera del todo.

-¿Qué ha pasado?

- Pues... como habíamos cerrado la puerta del baño nadie podía entrar y llamaron a los guardas de seguridad para que entraran por si había pasado algo y alguien se había quedado encerrado. Pero por suerte para ese momento ya habíamos terminado. Menos mal. Solo nos llevamos una pequeña bronca por los guardas, que nos preguntaron qué hacíamos allí encerrados sin dejar a nadie pasar.

- Vaya contigo, ¿eh, Lina? Te estás convirtiendo en una malota-se acercó a mi de nuevo, me abrazó, y nos empezamos a reír a carcajadas.

- Claro que sí, Rose. Claro que sí-asentí, haciendo caso omiso a su comentario y volvimos a la pista con los chicos. Mike era lo mejor que me había pasado nunca y no había sabido apreciarlo como era debido.

Ibiza, tienes demasiado poder de seducción. ¿Por qué eres tan perfecta? Gracias por ese momento.

Siempre a tu lado ©Where stories live. Discover now