Epílogo

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Me encontraba en casa sola. Mi padre estaba dando una vuelta con su novia por el centro de la ciudad. Eran las nueve de la mañana en punto. Estaba acostada en la cama con un par de cojines situados encima de la almohada para incorporarme. Me pasé la mano por la mejilla y noté las marcas que se me habían quedado por los pliegues de las sábanas. Cogí el móvil que estaba encima de la mesita de noche y vi en las notificaciones dos recordatorios en el calendario. Me avisaban de que hacía justo dos meses de la muerte de John y un mes desde que Mike y yo... ya sabéis.

       Tenía un mensaje de voz de Mike en Whatsapp.

       "Buenos días, preciosa. Sé que quizá no estás despierta pero esto es para alegrarte cuando lo hagas y oigas esto. Esta noche he soñado contigo, que nos hacíamos mayores juntos y teníamos dos hijos. Que eramos felices y vivíamos en los Estados Unidos de América.

Quizá mi sueño era un poco ambicioso pero, al fin y al cabo era un sueño, ¿no?

Me ha hecho pensar, Lina, y he llegado a la conclusión de que quiero pasar el resto de mi vida contigo. Sé que somos jóvenes, pero eres mi vida. Lo eres todo para mí. Recuérdalo.

Un beso muuuy grande, te quiere Mike Peterson."

       Ay, Mike... Quería enviarle otro audio para decirle que yo también había soñado eso durante mucho tiempo y esperaba que se hiciera realidad, pero ¡no quería decirle esas cosas con voz de dormida! Así que me limité a enviarle un mensaje diciéndoselo.

       Tenía algunas notificaciones más de Twitter y de Facebook pero no me apetecía mirarlas y las borré todas. Como ya no tenía nada que hacer en la cama, me puse de pie y la hice. Bueno, arremetí un poco las sábanas y ya está, nada especial. Fui hacia la cocina un poco zombie y pensé qué quería desayunar: batido de fresa con tostadas o leche con galletas? Al final me decidí por el batido y las tostadas. La leche con galletas estaba ya pasada de moda. Saqué todo lo necesario y me preparé el desayuno de mi vida. Me senté en la mesa y encendí la tele.

       Mientras desayunaba mi manjar me fijé un momento en el calendario que tenía a unos metros y... no podía ser. ¡La regla tenía que haberme bajado hacía una semana! Me puse muy nerviosa. No sabía que hacer. ¿Le decía algo a Mike? ¿O se lo decía a Rose? O, ¿quizá a mi padre? No, puaj. Por favor. Y... ¿si iba sola a a farmacia? La mejor opción era avisar a mi amiga y que viniera conmigo antes de crear una falsa alarma. Quizá podía ser un retraso y ya está... o no. Llamé a Rose. No sabía si estaba durmiendo o no pero daba igual.

       - Tía, ¿te he pillado durmiendo? Necesito que vengas a mi casa urgentemente.

       -  No, no estaba durmiendo. ¡Ahora mismo voy! ¿Qué te ocurre?

       - Se supone que tendría que haberme bajado la regla la semana pasada. Lo tenía marcado en el calendario. Quería que me acompañaras a la farmacia para salir de dudas. Porque puede que solo sea un retraso.

       -Tranquila Lina, voy ya hacia allí. Me visto y salgo de casa. Un besazo.

       - Gracias, Rose. Un beso.

       Colgué y terminé de desayunar. Rose estaría en mi casa en cualquier momento y aún tenía que vestirme yo también. Me levanté de la silla y puse el vaso del batido en el fregadero mientras pensaba qué podría ponerme. No iba a ningún sitio en especial así que pensé que lo mejor sería vestir algo cómodo.

Siempre a tu lado ©Where stories live. Discover now