Capítulo 1: Esta es mi historia ☑

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        Hola, mi nombre es Lina West, soy una adolescente de dieciséis años: pelo castaño, ojos del mismo color, estatura media y según la gente que me conoce, algo delgada. Mis padres me suelen echar la bronca por no comer más, pero bueno... No me enrollaré mucho ya que mi vida la entenderéis en seguida en los próximos capítulos... Esta es mi historia.

Lunes, 26 de mayo de 2014

        - Hey, buenos días Lina. Ya es hora de levantarse -dijo mi madre con la voz más dulce que había escuchado nunca. Hice un ruido intentando mostrar molestia.

        - Bu, buenos días mamá. Tengo sueño, ¿no puedo dormir más? -me quejé.

        - No hija, tienes que hacerte al ánimo e ir al instituto. Te queda el último empujón ya y debes sacarlo todo genial. Yo sé que tu puedes.

        - No sé cómo lo haces pero siempre acabas convenciéndome...

        - Es uno de los poderes que las madres poseemos, somos superheroínas.

        - Y tanto que lo eres. Bueno, déjame un momento que me levante y me vista, no tardo nada -le dije pidiéndole un momento de intimidad.

        - Claro, te dejo que acabes-se quedó en la puerta dirigiendo la mirada hacia mí.

        - ¿Mamá? Sigues dentro de la habitación.

        - Uy sí, lo siento tienes razón.

        Salió por fin y me decidí a levantarme. Como siempre, tenía la mala costumbre de no prepararme la ropa por la noche antes de irme a dormir y por las mañanas me tocaba ir deprisa y corriendo al armario para elegir que prendas ponerme. Ese día eran las 7:24 cuando empecé a vestirme. Escogí unos shorts, algo que siempre solía llevar, una camiseta de Stradivarius y zapatillas de lona.

        Fui a la cocina a desayunar con mi madre, ella entraba a trabajar a la misma hora que yo al instituto así que todas las mañanas desayunábamos juntas, era un momento muy especial. Me duele decir lo que estoy a punto de revelaros pero es lo que hay y son cosas de la vida... Hace diez años a mi madre le diagnosticaron Alzheimer, una enfermedad que se caracteriza en su forma típica por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales, a medida que las neuronas mueren y diferentes zonas del cerebro de atrofian.

        Mi madre, cuando le diagnosticaron esta enfermedad, tenía 34 años. Los enfermeros nos explicaron que mi madre era un caso muy especial. El Alzheimer que ella padecía era diferente al de los demás, nunca se había visto un caso igual. Las consecuencias eran las mismas, pero nadie sabía por qué, ella podía de alguna manera acordarse de nuestros nombres y de que mi padre y yo formábamos parte de su vida, de esa misma manera sabiendo que yo era su hija y él su marido. Este caso especial lo denominaban Chronikís alzheimer, del griego "temporal" (chronikís), así se traduciría como un Alzheimer temporal.

        Más o menos se podía conllevar la enfermedad... ya que habían momentos del día en los que se acordaba de todo, como las mañanas, algo así como la de hoy. Cuando se le solía ir la memoria por completo era por la noche, a la hora de dormir. Mi padre tuvo que poner candados en las ventanas de todas las habitaciones para que no se le ocurriera hacer nada raro mientras alguien de nosotros estuviera durmiendo. Había intentado suicidarse varias veces ingiriendo pastillas o estrangulándose ella misma, pero siempre habíamos conseguido hacerla razonar para que no siguiera haciéndolo. Así durante diez años y contando.

        Acabé de desayunar, le di un beso a mi madre en la mejilla y le susurré un "te quiero" en el oído, a lo que ella respondió con un típico "Y yo a ti, hija". Pasé por el comedor para salir de mi casa y vi a mi padre tumbado en el sofá con una camiseta ya arrugada y el vello del abdomen sobresaliendo un poco por el borde inferior. Cómo no, se pasaba el día así.

Siempre a tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora