Capítulo 28: La Respuesta (I)

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MIKE

- ¿Hola? ¿Carlisa?

- ¡Hola, Mike! ¿Cómo estás?

- ¿Tú que crees? Creo que me debes una explicación pero ya. ¿Sabes cómo está Lina ahora, y todo por tu culpa?

- De mi culpa nada, Mike. Ella, que es demasiado sensible.

- Quizá tú eres demasiado desagradable.

- También -se rió.

- Quiero verte ahora mismo en Támesis si no quieres que llame a la policía o te denuncie, porque tengo motivos para hacerlo. Y me vas a explicar que significa eso del video que tienes en el que salgo yo haciendo... quién sabe qué.

- Parece mentira que no te acuerdes. Qué bien lo pasamos -todo seguido, colgó.

Aún permanecía en el hospital y John ya había entrado a la sala donde Lina se encontraba en esos momentos. Tenía razón, si entraba a verla puede que fuera mucho peor. Ella ya estaba sufriendo por lo que había visto... fuera lo que fuera lo que vio. Quiero confiar en Lina y pensar que ella no tiene nada con él, pero me parece que John va a cuidar de ella el tiempo que esté aquí. Y se lo agradezco muchísimo.

JOHN

- Buenas, Lina. ¿Cómo te encuentras?

- Muy bien, John. ¿Y tú?

- Bien, bueno. Estaba preocupado por ti pero me alegro de que no te ocurra nada y estés viva.

- Yo también me alegro de que haya sido sólo un susto. Oye, ¿has visto a Mike? -dijo con una mirada triste.

- Sí, tranquila. Ha venido enseguida cuando le he dicho que estabas aquí.

- ¿Y entonces dónde está?

- Se ha ido a buscar a Carlisa me parece, esa tiene que tener su merecido.

- Pero fue él el que hizo eso... con ella, ¿no?

- Mira, yo no se qué ha ocurrido ni qué no ha ocurrido. Lo único que sé es que Mike estaba bastante preocupado y según él no ha hecho nada con ella, y por una parte lo creo, porque esa chica está muy mal de la cabeza. ¿Cómo se le ocurre enseñarte eso a ti?

- Ya... puede que tengas razón. Pero ya hablaré con él más tranquilamente.

MIKE

Salí del hospital en dirección a Támesis, donde me iba a encontrar con Carlisa, la culpable de todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Sólo tenía ganas de acercarme a ella y de soltarle un buen puñetazo en la cara, pero a veces las cosas no se pueden arreglar con violencia y más vale la palabra. No sé a qué tendré que recurrir pero lo que sí que sé es que no se va a salir con la suya, ni mucho menos. El daño que está haciendo a mi gente es mucho.

Mientras corría por las calles intentando llegar a mi destino, me crucé con mi madre que iba andando tranquilamente en busca de alguna tienda "mona" en la que comprarse algún vestido o cualquier otra cosa que le gustase, únicamente hacía eso por entretenimiento, no es que le faltara ropa, qué va.

Hacía lo que podía para conseguir evitar la vista de mi madre. Me escondía detrás de la gente, me metía en aseos públicos, me agachaba de vez en cuando haciendo como que algo se me había caído, etc. Sí, si me hubiérais visto hubiérais pensado que quizá tenía un problema mental, pero os puedo asegurar que no.

Después de una gran aventura escondiéndome de mi madre como un niño pequeño jugando al escondite, por fin vi la esquina que me separaba de la posible "pillada" de mi madre, en la que tendría que explicarle todo lo que ha pasado y por qué tengo tanta prisa. Pero no creo que sea un tema del que pueda hablar con ella, no lo entendería y además, yo soy muy reservado ya sabéis.

Siempre me habían dicho que las madres tienen como un sexto sentido que las diferencian de los hombres, y tenía miedo de que sacara su poder materno y en el último momento fuera capaz de verme a lo lejos.

Dije gracias a mi inteligente mente que me había permitido escapar de ella. ¡Viva! Después, seguí con mi camino, ahora más rápido que antes ya que había quedado con ella en el momento que la había llamado y ya había pasado un cuarto de hora. Encima llegaba tarde.

Cuando ya me estaba aproximando a la cafetería y pude ver el cartel me emocioné, no sé por qué pero lo hice. Puede que las ganas de tener una explicación válida se apoderaron de mí y grité algo muy retrasadamente.

- ¡Ahí! ¡Ahí! ¡Ahí está Támesis!

La gente me miraba mal. Qué triste...

Ya me encontraba en la mismísima puerta y no tardé nada en girar el pomo para abrir la puerta que me separaba de La Respuesta. Para mi sorpresa, estaba completamente vacía. No se respiraba ni una sola alma viviente en aquella sala.

Me quedé quieto poco menos de un minuto, observando bien la cafetería. Seguidamente, caminé sigilosamente hacia la barra y me senté en uno de los pupitres, esperando la llegada de la simpática camarera, pero no apareció. Volvía a sentir esa sensación de miedo que no podía sacarme de la cabeza. ¿Y si Carlisa me estaba tendiendo una trampa? ¿Y si de la nada apareciera alguien que quisiera hacerme algo? Todas las cosas malas que podían ocurrir rondaban en mis pensamientos una y otra vez, sin dejarme escapar de ellas.

Alguien, de pronto, abrió la puerta principal. Era la camarera que se estaba haciendo cargo de la cafetería en aquel momento.

- Perdóneme, he tenido que salir un momento a hacer un recado y se me había olvidado poner el cartel de "Cerrado".

- Ah, bueno -conseguí tranquilizarme un poco-. Pero estaba abierto el establecimiento, por eso he podido entrar y estoy aquí, ¿no?

- Eh... sí, supongo que también me habré olvidado de cerrar la puerta...

Qué extraño. ¿Cómo una persona que está al cargo de un establecimiento como este puede ser tan despistada? Era todo muy poco creíble pero aún así intenté confiar en la chica.

- Vale. Una pregunta, ¿ha visto por casualidad a una joven en los últimos... quince minutos? ¿O estaba fuera?

- No, estaba aquí. Sólo he salido cinco minutos. Y no, tampoco he visto a una chica joven por aquí.

De pronto, una voz dulce pero a la vez tenebrosa se escuchó en forma de eco en toda la sala, haciendo que mi corazón empezara a latir muy rápidamente a punto de estallar y provocando en mí una furia interna.

- ¿Me buscabas?

Siempre a tu lado ©Where stories live. Discover now