Seis

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Arrastrada y sin poner gran persistencia, Galathéia fue llevada a una de las torres del palacio, y se sorprendió al darse cuenta de que estaba de vuelta en el cuarto en el que había despertado al principio

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Arrastrada y sin poner gran persistencia, Galathéia fue llevada a una de las torres del palacio, y se sorprendió al darse cuenta de que estaba de vuelta en el cuarto en el que había despertado al principio. Incluso el plato de galletas que le ofreció Andrómeda, permanecía intacto

No sabía si era lo indicado reclamar, pero el concepto que tenían los piratas de Wækas acerca de las prisiones le parecía un poco extraño.

—¿Esta es su prisión? —Se atrevió a preguntar, confundida.

El chico que acompañaba a Nashi, llevó su mano detrás de su cabeza.

—No tenemos una prisión en sí. —Trató de explicar—. Por lo general, a nuestros enemigos los entregamos a los tiburones y ya. Además, no es como si existieran muchas formas de hacerte daño, sin lastimarnos nosotros mismos también. No somos suicidas.

Galathéia asintió lento. No podía mencionar que en Wölcenn tampoco contaban con prisiones, y que de hecho, hasta lo sucedido con Zéphyrine, jamás habían tenido enemigos, por lo que no sabía cómo proceder contra uno.

Nashi tocó el brazo de su compañero para llamar su atención.

—Debo ir con el capitán ahora. Por favor, vigila que la forastera no se mueva de aquí.

—Dale —respondió este, viendo a su compañero irse. Acto seguido, se sentó junto a la mesa y tomó una de las galletas del plato—. No te importa, ¿verdad?

Galathéia permaneció callada, y el guardia se encogió de hombros y mordió la galleta con fuerza, haciendo un murmullo de satisfacción mientras la masticaba muy lento.

—Me llamo Ch'aska, por cierto...

Silencio absoluto.

—Y veo que no hablas mucho... —Se resignó a una jornada de guardia muy incómoda.

Galathéia solo volteó para ir a la ventana. Quería intentar ver si era verdad que sus compañeros vinieron por ella, pero en aquel ángulo no encontró nada más que el horizonte marino.

***

Lyn fue el primero en aterrizar sobre el mirador de la isla, y al bajarse de su garza, la tocó para asegurarse mediante el vínculo que tenía con ella, de que la atmósfera de Wækas no les afectaba.

No sentía gran diferencia entre el aire de Wölcenn y aquel, pero si de algo estaba seguro, era que caer al océano no era una opción.

Esperó a que Vega y Azhryl aterrizaran para asegurarse de que ellos estaban bien.

Dio un rápido vistazo al panorama que le ofrecía la isla, y se sintió sorprendido al divisar el pueblo, y al que debía ser sin duda alguna, el palacio real. Siempre se había imaginado al reino pirata un poco más... arruinado. En su lugar, las casas de madera pintadas al borde de los múltiples canales, y cada puente que los conectaba, le daban un aspecto bastante tranquilo.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now