Especial de San Valentín 2024

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—De verdad quieres creer eso, ¿no? —murmuró bajo, y sus ojos verdes la buscaban con intensidad—

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—De verdad quieres creer eso, ¿no? —murmuró bajo, y sus ojos verdes la buscaban con intensidad—. Está bien, puedes creerlo si eso te da una mejor visión de mí, pero no pretendas que vuelva a Wölcenn y le pida disculpas a mi hermano.

—¡Zéphyrine...!

—Lo que sea que diga, no va a cambiar lo que hice. Robé el cristal núcleo, y es cuestión de tiempo para que toda Wölcenn se vaya al derrumbe, y ni tú ni Lyn podrán detenerlo. Es la única verdad que debería importarles...

Como un acto reflejo, Galathéia apretó su puño, llegando a clavar sus uñas sobre su palma, pero sin sentir dolor. Lo que sí sentía, era rabia cada vez que Zéphyrine le quitaba importancia a sus actos, y la hacía sentir inútil una vez más.

—En realidad, lo que yo creo es que querías largarte de una vez y para siempre de Wölcenn, pero sabías en el fondo que a nadie le iba a importar, ¡y ni siquiera íbamos a notar que te fuiste! —exclamó con enfado—, así que tenías que llamar la atención a lo grande, y condenarnos a todos por tu resentimiento.

Por un momento, sintió que se había pasado bastante y lamentó cada palabra, pero no quería disculparse.

En cambio, Zéphyrine permaneció en silencio y cabizbaja, como si pensara una y otra vez en todo lo que le acababa de decir la guardiana.

—Suena muy feo si lo dices así...

No sintió la palmada sobre su mejilla —al menos no en ese instante—, pero sí se sorprendió por el ruido, y por la expresión tan confundida de Galathéia, como si se arrepintiera, y a la vez, se obligara a mantener su posición.

A partir de ese momento, Galathéia sintió ya no pertenecer más a aquella realidad. Su compañera seguía actuando de acuerdo al guión y a su personaje con la coherencia debida, y una credibilidad sorprendente, y ella no podía quedarse atrás por ninguna razón, porque si lo arruinaba todo, se iba a sentir muy culpable por tener que repetir.

Y maldita sea, no quería repetir.

Era solo que tenía tantísimas cosas en mente, y necesitaba una pausa.

Estaba segura de que actuaba en ese momento en modo automático. Se sabía su guión de memoria, conocía el contexto de la escena... casi podría jurar estar de acuerdo con la reacción de su personaje, aunque la verdad era que, si se lo preguntaban en privado, muchas veces le desesperaba un poquito. Era una novata, pero estaba casi segura de que no lo hacía tan mal en todo lo que había avanzado la producción.

El sonido de la claqueta cerrándose anunció la pausa que tanto ansiaba, y exhaló un larguísimo suspiro, que parecía que había contenido el aire por un largo tiempo.

«Hace demasiado calor aquí...», pensó incómoda, usando su mano como abanico, hasta que llegó una de las personas del staff acercando un ventilador portable a su rostro, pero muy rápido, ella lo tomó y le pidió que se ocupara de otras cosas en el set que debían ser más importantes.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now