Veintinueve

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«¿Qué rayos fue eso?», pensó Lyn en alerta, buscando a Elyon, quién se mantenía como vigía de la tripulación, y estaba tan sorprendido como su amigo por el extraño movimiento en la isla

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«¿Qué rayos fue eso?», pensó Lyn en alerta, buscando a Elyon, quién se mantenía como vigía de la tripulación, y estaba tan sorprendido como su amigo por el extraño movimiento en la isla.

En todo el tiempo que estuvieron en Wækas, no habían sentido nada similar, y estaban seguros de que no debía ser una casualidad.

—¿Qué ha sido eso? —inquirió a Wayra al entrar al salón donde lo mantenía a él y a sus compañeros cautivos. Podía ver en sus rostros que aquel tambaleo les había sorprendido tanto como a él, y aun así, se esforzaban en lucir tan... ¿relajados?

—De seguro la isla chocó contra alguna roca, no debería preocuparse, Majestad. El capitán no ha estado pendiente del curso de la isla, así que es normal que esto suceda —explicó de manera escueta, y Lyn levantó una ceja con duda. ¿Pretendía decirle que eso era su culpa?

Sin responderle, miró a todos los piratas, y estaba seguro de que ocultaban algo, y que por cada respiro que daba allí, perdía valioso tiempo. Se dio vuelta, y tomó del brazo a Elyon.

—Si se mueven de aquí, los matas. Ya les di mucho tiempo —decidió, antes de dejarlo.

El guardián no alcanzó a darle respuesta, y volteó a mirar a los piratas, inseguro por un breve instante de querer cumplir aquella orden. Quizás, Wayra tenía razón, y solo se habían golpeado contra una roca, pero notó que por más que lo ocultaba, su mejor amigo estaba más tenso desde que tomó la decisión de traicionar la alianza. No podía culparlo, pero se sentía demasiado lejano a él para tratar de hacerlo recapacitar, ¿y cómo podría, cuando él lo había apoyado desde el inicio?

Tal vez, el problema era él, y le faltaba madurar más.

Lyn fue a uno de los balcones del castillo, tratando de avistar a la lejanía, y por la reacción de muchos de los lugareños, supo que el movimiento de la isla no era tan normal como Wayra le quiso hacer creer. Aún curioso, decidió abrir las puertas del castillo, que habían permanecido cerradas desde que lo tomó por la fuerza.

Recorrió la isla, acercándose a la gente y escuchando sus murmullos, a quienes no les bastaba la sorpresa de lo que alcanzaron a avistar, que también tenían en su presencia al mismísimo Rey de Wölcenn tratando de investigar lo sucedido. Debido a la alianza que los unía, no debía ser tan extraño, pero entonces, ¿por qué no estaba su rey y capitán junto a él también?

La información que recolectó Lyn en tan poco tiempo, no era de lo más precisa que pudiera decirse, pero si de algo podía asegurarse, era que no tenía nada que ver con una roca. Algunas voces hablaban de tentáculos, y otras, del rostro de una bestia con miles de colmillos muy filosos y ojos amarillentos, proveniente de lo más profundo del océano.

Lo que sea que fuera, estaba seguro de que era lo que llamaban «el guardián de Jo'kay», y que volvería a atacar en cualquier momento, debido a lo cerca que se encontraban de su territorio.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now