Treinta

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El tercer golpe impactó con violencia contra la isla, a punto de destruir partes de esta

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El tercer golpe impactó con violencia contra la isla, a punto de destruir partes de esta. Lo que sea que atacaba al Reino de las olas, estaba decidido a acabar con este.

—Capitán, sugiero que cambie el rumbo de la isla en dirección contraria cuanto antes —dijo Ch'aska cuando pudo recuperar el equilibrio ante el tambaleo.

Sabía que tendrían que dar muchas explicaciones respecto a lo sucedido a su gente, pero la mayor prioridad, era alejarse del monstruo, e impedir que los siguiera.

—Ya me encargué de eso —respondió el capitán, acercándose a la zona de los cañones de la isla, para sorpresa de sus compañeros.

Supuso que también, tenía cosas que explicarles a ellos.

—¿Hay algo que deseen saber?

Tras un largo silencio, Nashi negó con la cabeza, muy seguro.

—No. Es mejor así —decidió. Si hubiera sabido en dónde se encontraba el cristal núcleo, lo habría cambiado por el bienestar de su amigo.

Marseus asintió, aunque no tenía problema en decírselo por lo menos a él. La ubicación del cristal núcleo de Wækas o cómo vincularse a él no debía ser un secreto tan grande, pero era lo que le prometió a su reina al reemplazarla.

—¿La pólvora y las balas de los cañones están preparadas? —preguntó, examinando a lo lejos las únicas armas que tendrían para defenderse.

—Sí, capitán. Nosotros nos encargamos de eso —afirmó Leo.

El capitán Marseus deseó volver a vincularse con el cristal, tan solo para tener una idea más clara de la ubicación del monstruo, pero debido a los últimos temblores, no le resultaría tan difícil adivinar. El mar también podía delatar sus movimientos, por lo que se mantenía observando a la deriva, y recorriendo el lugar muy lento, mientras desarrollaba su estrategia.

—Los últimos golpes se dirigieron a la proa y a estribor de la isla, pero no parece ser tan rápido como para dar dos golpes a tan largas distancias simultáneamente... —pensó en voz alta, poco antes de apuntar a los cañones hacia su derecha—. ¡A mi señal disparen el tercer cañón!, será un solo tiro —ordenó, seguro de que algo estaba muy cerca de emerger a la superficie—. ¡Ahora!

El tercer cañón disparó, y al instante, la isla empezó a temblar más, lo cual le hizo suponer que acertó el tiro. El capitán no perdió más tiempo y corrió hacia la zona de la proa de la isla, donde también los cañones esperaban sus órdenes.

—¡Disparen a la vez en mi señal! —demandó, antes de que de la superficie saliera algo muy similar a la cola de una anguila, con aletas dorsales muy afiladas, y poco antes de que golpeara contra la isla, Marseus bajó su mano con firmeza—. ¡Ahora!

Acertando una vez más, la cola retrocedió por el impacto, aunque no parecía ser suficiente para evitar que volviera a atacar.

—Creo que tiene dos colas, tal vez más... —pensó Leo al observar la enorme cola y darse cuenta de que era lo que también golpeó al estribor de la isla.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now