Veinticuatro

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Todo guardián, sin importar del reino al que perteneciera, estaba consciente de que más que sus propias vidas, su mayor prioridad era su nación y su monarca

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Todo guardián, sin importar del reino al que perteneciera, estaba consciente de que más que sus propias vidas, su mayor prioridad era su nación y su monarca.

Sin embargo, ¿qué opciones tenían cuando ambos se encontraban en riesgo? ¿A cuál podrían darle prioridad si debían elegir?

—¡Qué curioso que haya sido justo su hermana la que lo traicionara y robara el cristal de su reino! —exclamó Rygel, mirando en la puerta del salón de reuniones en el que se encontraban él y sus compañeros, al Rey de Wölcenn, con expresión desafiante—. No sé ustedes, pero estoy seguro de que ser traidor debe ser algún rasgo compartido...

Lyn fingió ignorar sus palabras, aunque apretó sus labios con odio ante la comparación que recibía con Zéphyrine. Desde luego que no eran iguales; lo que sea que se le haya pasado por la mente a su hermana, no pudo ser más que un capricho infantil, mientras que él tenía que cumplir con la obligación de salvar a todo su reino, sin importar el resto.

Había dejado ir allí a los piratas tan solo para poder vigilarlos mejor, pero parecía que a pesar de la situación, todos se veían más relajados sobre los muebles, conversando entre ellos. Incluso encontraron en un anaquel una botella de ron guardada, y no dudaron ni un poco en repartirla.

Sin embargo, la tripulación de Wækas estaba consciente de que enfrentaban un problema que los hacía peligrar aún más.

—No tenemos que decirles, pero debemos saber dónde está para evitar que así lo encuentren... —sugirió Wayra en un murmullo.

Tras sus palabras, el resto miró a un incómodo Nashi, que estaba mucho más apartado, como si necesitara su propio tiempo y espacio para digerir la situación.

—¿Qué? No lo sé... —admitió, esperando que fuera suficiente para que lo dejaran en paz.

—¿Esperas que me crea eso? ¡Eres su mejor amigo!, siempre estás detrás suyo... —espetó Rygel

—¡Exacto! Soy su amigo, no su niñero. ¿Qué se supone que le diga? «Marseus, ¿ya te vinculaste con el cristal núcleo?»

—Eh, suena a algo que sí le dirías —murmuró Wayra, ocultando su sonrisa porque la situación no lo ameritaba.

—¡Esa es su obligación! —reclamó el primer oficial—. Se los juro, jamás he visto el cristal núcleo, ni a Marseus vincularse con él.

—¿Saben que podríamos destituir por votación al capitán por esto? —inquirió de repente Rygel, teniendo la atención de sus compañeros al instante.

Nashi se tensó, aunque no dijo nada, pero en todo ese tiempo temió que lo mencionaran. En Wækas, el monarca se escogía bajo votación entre los más aptos, y del mismo modo, su poder sería revocado.

—Ya, pero de acuerdo con las reglas de la incursión de la Reina Bonnie, solo quienes hayan encontrado alguno de sus artefactos son elegibles y esos serían Wayra y Leo —dijo Ch'aska en voz baja. No tenía que mirar a su matelot para saber que fue sorprendido por la mención de su nombre para algo tan grande.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now