Dieciséis

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Sin tener muy claro el por qué, Elyon y Lyn siguieron a varios de los guardianes de Wækas, que se dirigían hacia el puerto de la isla con prisa, a pesar de la oscuridad de la noche

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Sin tener muy claro el por qué, Elyon y Lyn siguieron a varios de los guardianes de Wækas, que se dirigían hacia el puerto de la isla con prisa, a pesar de la oscuridad de la noche.

Lyn no quería parecer muy obvio, pero buscaba saber dónde estaba el capitán, y si vendría con ellos. Aceptó la alianza, seguro de que debía tener un plan pensado, y lo escucharía.

De pronto, sintió a alguien acercándose por detrás, hasta que lo sorprendió adelantándose a él, y sonriéndole.

—Recibí tu regalo...

Caminaba en reversa para no dejar de verlo, y a Lyn le tomó algo de tiempo saber a qué se refería, hasta recordar las flores.

—Oh, eso... —murmuró—. No es solo mío, tómelo de parte de todo el reino de Wölcenn. Espero que lo encuentre útil.

Por supuesto que lo encontraba de utilidad, y aunque no había contado en sus planes al principio, agradecía bastante tenerlas.

—Te prometo que lo haré.

—Capitán, creo que debemos hablar. —Lyn se animó a decir, deteniéndose. Quería sonar lo más serio posible, aunque quizás su tono dejaba entrever insistencia.

—¿Ah, sí? —Marseus le sostuvo la mirada, notando que poco a poco Lyn volteaba la cabeza para evitarlo.

«Todavía tiemblas...», pensó, encontrándolo gracioso.

—Debemos discutir su plan, y tal vez yo pueda aportar ideas... —murmuró el pelirrojo con mayor firmeza. No era un gran estratega si se comparaba con algunos de sus compañeros de la Primera Guardia, pero sus ideas siempre destacaban.

—Estoy de acuerdo, pero tendrás que esperarme un poco más —respondió Marseus, aún viéndolo con atención. En realidad, Lyn no se habría sentido nervioso, si no tuviese la sensación de que era observado como una presa a la cual su depredador estudiaba hasta el más mínimo de sus movimientos. Además, su voz tenía la particularidad de hacer sonar lo más simple, como una invitación a algo totalmente diferente.

—¿Puedo saber a dónde vamos?

El capitán se contuvo de reír porque debía ser normal estar nervioso o apurado en la situación de su aliado.

—Quisiera presentarte un lugar primero, si no te importa —pidió, acercándose más con un solo paso—. Tranquilo, no voy a comerte a menos que me digas «por favor»...

Para su sorpresa, Lyn enarcó una ceja al escucharlo, al tiempo en que esbozaba una sonrisa muy pequeñita, sintiendo mayor confianza.

—Está bien — aceptó, siendo él quien no le quitaba la mirada de encima.

Ser la presa en realidad le gustaba, y no se le daba mal. Pero también podía ser muy buen depredador, y podría demostrárselo.

Al llegar al muelle del puerto, tuvo que alzar la mirada para apreciar mejor el enorme galeón anclado, y en la cubierta, Elyon y la mayoría de los guardianes los esperaban.

Almas de cristalUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum