Cuarenta y seis

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—¿No vas a decir nada? —preguntó el capitán a su primer oficial, accediendo a servirle otra medida de ron

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—¿No vas a decir nada? —preguntó el capitán a su primer oficial, accediendo a servirle otra medida de ron. Era extraño, porque era él quien se sentía terriblemente mal, y hasta el momento, no había bebido ni una sola gota de su reserva.

Beber por un mal suceso se le hacía demasiado trillado y no le provocaba ganas, pero contentaba con dárselo a su mejor amigo, que parecía necesitarlo más desde el instante en que le contó todo lo sucedido.

—Hay muchas cosas que quisiera decir —afirmó Nashi luego de beberlo de un solo trago—. Pero no creo que quieras escuchar ninguna...

Eso, en realidad, Marseus ya se lo imaginaba. Incluso si Nashi se negaba a comentar al respecto, creía que podía oír en su mente todo lo que pensaba, como si estuviera reemplazando a la voz de su consciencia.

Y tenía razón, no quería escuchar que se lo había advertido, de quién era la culpa, o si valía la pena o no. Quería solo una respuesta, porque se sentía un poco usado.

Sin embargo, recordó los pocos instantes en los que Lyn le había afirmado y demostrado que era suyo, y no quería creer que aquello pudiera ser falso.

Nashi le quitó la botella de las manos, y fue esta vez quien le sirvió aproximadamente dos dedos en el vaso. Era una cantidad ideal para empezar.

—Vamos, sé que quieres.

El capitán hizo una mueca de molestia porque no quería ceder, pero se le ocurrió la única forma de aceptar el trago.

—Por la victoria —Alzó un poquito el vaso—. Sobre el horizonte, venceremos...

Nashi rio, al tiempo en que asentía a sus palabras.

—Francamente, lo siento como una victoria...

—Pensé que era el único que se sentía así —respondió Marseus luego de beber, y se sirvió un poco más, dándose cuenta de que en verdad lo necesitaba.

—Ah, pero es que tú perdiste tu trofeo...

En ese mismo instante, Nashi apretó los labios, y le quitó el vaso a su amigo para tomar en su lugar lo que había servido.

—Lo siento, no debí... —admitió.

—Ya qué... —suspiró el capitán.

Ambos dieron vuelta hacia la lámpara de aceite que los iluminaba en el bar del galeón, en cuanto notaron que esta empezaba a titilar, y que no demoraría en dejarlos a oscuras.

—Deberíamos celebrar arriba con el resto —propuso Nashi, llevándose la botella y la lámpara, y aunque no había mucho que Marseus quisiera celebrar, aceptó la idea y subió a la cubierta.

La brisa helada de la noche le recordó al escalofrío que sintió luego de las palabras de Lyn, pero se rogó a sí mismo por un solo instante parar de pensar en eso.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now