Treinta y cuatro

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Galathéia no era la única que podía comunicarse con los animales de cualquier reino sin necesidad de ser una bruja

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Galathéia no era la única que podía comunicarse con los animales de cualquier reino sin necesidad de ser una bruja. Aquello era un descubrimiento muy reciente para Elyon, y además, era de lo más útil, pues su don no le ayudaba demasiado rastreando aromas, y menos a tan largas distancias.

Las noticias en los tres reinos siempre eran veloces, y más si venían de los mismos animales, por lo que preguntar sobre una guardiana de Wölcenn en Gewër arrojó resultados precisos a su búsqueda, además de que sabía que estaba en serios problemas.

Cuando obtuvo las pistas necesarias, solo le quedó usar su mejor sentido. Su oído era de lo más agudo y sensible. Lo suficiente para reconocer en donde sea el graznido de la enorme y molesta ave de Galathéia, que en más de una ocasión lo picoteaba, y no le tenía el menor respeto.

Por una vez en su vida, podía agradecer la existencia de Phoellie, pues quien lo llevó hacia la guardiana justo a tiempo.

Aun cuando era amenazada, ella se apresuró en saltar a él y aferrarse a su cuello. Miró a sus ojos azules, y sabía que sin lugar a dudas, era su Elyon, y acarició su pelaje.

Debido a la cercanía entre ambos, el guardián pudo notar que sus latidos eran fuertes y apresurados, señal de que estaba muy asustada. Tal vez su don lo hiciera más fuerte y temible, pero lo que más quería en ese momento, era poder corresponderle aquel abrazo y reconfortarla.

Sin embargo, no perdió la oportunidad de restregar su cabeza hacia ella, al menos, hasta que ambos fueron advertidos de que el abrazo de reencuentro debía terminar cuanto antes.

Cautos, se regresaron hacia el guardián de Gewër y sus soldados, pero Galathéia notó la triste y avergonzada mirada de Dara, al lado de Cælum.

—Él ya estaba aquí, juro que no iba a delatarlas... —murmuró al quiebre del llanto, debido al miedo de lo que podría suceder con ella, una vez que su antiguo compañero se deshiciera de sus enemigos.

Cuando Cælum pudo reunir las piezas faltantes de su rompecabezas, no pudo sentirse más idiota por no haberlo visto antes. De no imaginar que la persona que lo desafiaba en el pasado, seguiría haciéndolo. No sabía cuántos secretos más ocultaría Dara, pero podía dejarle claro a ella, a los extranjeros, y a cualquiera que creyera en la esperanza, que arruinaría cada rastro de esta.

Tal vez, era la perfecta oportunidad para demostrar lo lejos que estaba de ser el héroe que creían que era...

Dio un paso muy seguro hacia los guardianes de Wölcenn, y Elyon respondió con un gruñido muy bajo como amenaza, pero a su lado, Galathéia quería decirle que no era buena idea provocarlo.

Sin embargo, de los dos, Elyon tenía más probabilidades de vencer que ella.

—Resulta difícil de creer que intentaran hacer una alianza con Wækas, y que no les advirtieran tan siquiera de lo peligroso que puede ser meterse en mi camino —rio Cælum, mirando con especial atención a Elyon. Ya había derrotado a Galathéia, y ella le tenía miedo. No tendría nada de divertido intentar ilusionarla con una revancha, cuando ambos conocían muy bien cuál sería el resultado.

Almas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora