Cualquier acto atroz te condena a la destrucción, y enamorarse puede ser letal.
Conoce el mundo donde mueren las estrellas fugaces, y en su lugar, nacen los seres de cristal. ¿Has escogido a cuál de los tres reinos defenderás?
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Historia con temát...
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Mucho tiempo atrás...
Zéphyrine había conseguido el permiso de Moirean para ver el gran torneo que decidiría al siguiente monarca de Wölcenn, bajo la promesa de que una vez terminado el evento, regresaría a Gewër a sus clases.
No era solo una promesa, era una orden. No tendría más opción que obedecer, pero no era algo a lo que le diera gran importancia en ese momento.
Estaba ansiosa por saber quién ganaría la corona, y aunque no lo había visto, le deseaba la mayor de las suertes a su hermano.
«Pero Vega o Elyon podrían ganar. Incluso Azhryl...», pensó emocionada, y muy en el fondo, guardaba un pensamiento que se asimilaba más a una certeza; «Yo le ganaría a todos ellos»
No obstante, no todos los retos incluían dones, aunque eran un punto muy decisivo para elegir al ganador.
Isla Whily, la segunda isla más grande de Wölcenn, era el lugar en donde el evento se daría, además de ser donde los futuros guardianes llevaron a cabo la mayoría de sus entrenamientos.
Una majestuosa pista de carreras de aves había sido levantada al borde de un bosque, cerca de un castillo, y sus gradas, que se alzaban más allá del cielo, estaban repletas, junto con los lugares para espectar lo más cerca posible del aeródromo.
Tratando de encontrar un sitio adecuado para ver, Zéphyrine se percató en la chica de cabello platinado y ojos celestes que se mantenía oculta entre las columnas de las gradas, con la mirada fija en el palco donde debía sentarse la Reina Talith y sus guardianes, aunque todavía no llegaban.
Al instante, su corazón empezó a latir más rápido, y tras un cosquilleo extraño en su estómago, su primer instinto fue huir, hasta que se dio cuenta de que la chica la miraba también.
«Ay no, ya me vio...», pensó al darse cuenta de que ya no podía fingir que no la había visto.
Supuso que el siguiente paso era saludarla, por lo que reunió el valor para ir hasta ella, y al acercarse, se dio cuenta de que parecía muy nerviosa, lo cual no debía ser tan raro, considerando la situación.
—¿No deberías estar con tus compañeros? —Se atrevió a preguntar, odiándose al instante, porque creyó que lo más indicado habría sido saludar primero, y ser más casual.
Galathéa negó con la cabeza, pero todavía temblaba.
—Aún falta un poco para que empiece...
Zéphyrine lo aceptó en silencio, y volvió a maldecirse, porque se habían quedado sin tema de conversación, y se empujó a sí misma a decir lo primero que se le ocurriera.
—¿Estás muy nerviosa?
«¡No!, ¿cómo te diste cuenta?», se reprendió en sus adentros.
Sin embargo, a la futura guardiana no le pareció nada tonta la pregunta, y asintió con la cabeza. Se suponía que aquel momento era para el cual entrenó toda su vida, y lo que más quería, era dejar una actuación a la altura de una guardiana.
