Cuarenta y cinco

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Vega no estaba segura de comprender a Galathéia

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Vega no estaba segura de comprender a Galathéia. Y tampoco estaba segura de querer hacerlo.

Podía empatizar con todos sus sentimientos respecto a permanecer en la Primera Guardia sin sentir merecerlo, y obligarse a demostrar que podía ser de ayuda y fracasar varias veces en el intento, pero no podía asimilar con tanta facilidad que escogiera al enemigo.

Tal vez era una forma muy polarizada de ver las cosas, pero la misma Zéphyrine sabía en lo que se convertía al tomar la decisión que provocó tanto caos en su reino, y en cierta forma, le dolía que Galathéia no fuera capaz de verlo. Le hacía sentir que incluso su propio trabajo como guardiana, no tenía valor. E intentar decir algo tampoco tendría valor, cuando la veía tan convencida de su elección.

—Sé que no eres tú la que ha traicionado al reino... pero se siente como si lo hicieras, ¿lo sabes? —musitó bajo, odiándose por decirlo, pero a la vez, sabía que le costaría mucho más guardárselo—. Ser guardiana para mí es mucho más que un don. Es ver a cada persona de nuestro pueblo a la cara y demostrarles que incluso si no soy lo suficientemente fuerte, no les daría jamás la espalda...

Apoyada en la baranda de la proa, prefirió mirar únicamente al mar, mientras apretaba su mano. Sabía que a su compañera le dolería aquello, pero no iba a retractarse. Aflojó su puño luego de tomar aire y exhalarlo, y volteó a ella.

—No creo que me estés pidiendo un consejo, así que solo hazlo. Realmente espero que esto te haga feliz, eres mi amiga, siempre te quise así... —Endurecía la mirada tan solo para esconder la pena, pero una parte muy en lo profundo la entendía. Sabía lo que era amar en silencio. Sabía lo que era entregarse a un nuevo amor con la esperanza de olvidar un poco. Sabía que si tuviera una oportunidad de tener lo que quería, por más prohibido que estuviera, la tomaría. Y solo le quedaba suspirar—. Si ella te lastima, no dudes en decirme a mí. Ely es demasiado bueno y no se atrevería a enfrentarla, pero yo la destruiría...

Galathéia apenas elevó la comisura de sus labios, en un débil intento de sonrisa. Sabía que Vega estaba molesta y dolida, y que muy difícilmente dejaría de ver a Zéphyrine como su enemiga.

Ambas se desconcertaron ante los pasos rápidos y fuertes contra la madera que provenían de Andrómeda.

—¿Has visto al Rey Marseus? —preguntó Galathéia, segura de que era la razón por la que la bruja estaba allí.

—¡Está muy ocupado ahora metiéndole la lengua hasta la garganta al Rey de Wölcenn! O al revés. ¡Como sea!, no es que me importe —exclamó ella escandalizada y molesta.

Galathéia alzó una ceja, intrigada, y miró a Vega, segura de que ella tal vez podría darle las respuestas que en ese momento necesitaba.

Lo que estaba segura de que había empezado como una broma, al parecer, había ido mucho más lejos, y de cierta forma, le hacía sentirse feliz por Lyn. No sabía mucho al respecto sobre sus relaciones, pero a veces le parecía que no encontraría jamás el amor en Wölcenn.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now