Especial 100k (Pt. 3)

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Al encerrarse en el camarote del capitán, Lyn tocó su capa y casaca húmedas por el mar, preguntándose qué debía hacer. Aunque no le provocaba más ardor gracias al vínculo, seguía siendo un poco molesto.

—Estás temblando de frío. Deberías quitártelo —dijo Marseus mientras se acercaba a la pequeña mesa del lugar y buscaba la botella de ron que guardaba cerca.

—¿Es esa tu excusa para quitarme la ropa? —bromeó Lyn, pero al mismo tiempo, accedía a quitarse las prendas y dejarlas cerca de la lámpara con la esperanza de que el calor pudiera secarlas.

—¿Acaso tú y yo necesitamos una excusa?

Allí estaba esa sonrisa ladina acompañando como siempre sus ideas más traviesas, y para añadir, sirvió en su vaso una medida de ron.

Lyn comprendía que era una manera de entrar fácilmente en calor, y que por alguna nefasta razón, era lo que le gustaba a todo el mundo en Wækas, pero no pudo evitar mirar el vaso con cierto resentimiento, como si solo verlo le diera recuerdos traumáticos que deseaba sepultar para siempre.

Marseus no aguantó más la risa.

—Estás conmigo...

—Lo siento, es solo que no me gusta —admitió el rey con un suspiro, pero tenía que saber por experiencia que Marseus de Wækas no era de los que se rendían con facilidad.

—¿Seguro que lo has tomado de la manera correcta?

—¿Ah?

Acto seguido, el capitán bebió en un solo sorbo todo el vaso, y se acercó al rey para entreabrir sus labios con su pulgar.

Maldita sea, no iba a decirle que no...

Lamentaba que ni siquiera recibiendo la bebida a través de su boca, conseguía mejorar el sabor, pues arrugó el rostro mientras lo besaba, pero la sensación de calor en su cuerpo se incrementó muy pronto, haciéndolo buscar a profundidad con su lengua un poco más de aquel sabor, o de Marseus en sí.

Amaba que durante sus besos, el capitán se tomara el atrevimiento de bajar su mano a su trasero, amasándolo primero y apretándolo hasta sacarle algún jadeo.

Definitivamente había entrado en calor gracias a eso, pero quería aferrarse aún a su parte racional.

—¿No deberíamos estar atentos por si se acerca otra tormenta?

—Tenemos vigía...

—Aun así...

Marseus suspiró, señalándole la especie de cama en la cabina, que Lyn recordaba por la ocasión en la que se había quedado inconsciente.

—Será mejor que nos sentemos...

Lyn obedeció en silencio, aunque no sabía si creerle que en verdad iban a tomarse las cosas con mayor calma.

Dejó caer su cuerpo sobre la cama, sin intención alguna de mantener la postura, y al poco tiempo, llegó Marseus a su lado, sirviéndose más ron.

—¿Seguro que no quieres un poco más? —preguntó en tono de burla, a lo que Lyn rodó los ojos.

—No deberíamos relajarnos tanto, y lo sabes.

Marseus soltó una carcajada al instante.

—Lo que sé, es que estás siendo un poquito paranoico —apuntó, antes de sacudir un poco su hombro—. Todo va a estar bien, estás conmigo.

Lyn esbozó una pequeña sonrisa mientras buscaba la mano del capitán con la suya. Se habían prometido que solo podrían hacer vínculos con el otro y le gustaba buscar su tacto, y mantenerlo cerca de su pecho. Entrelazaban sus dedos, y el permiso de ambos era concedido, por lo que el vínculo solo ocurría.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now