En las sombras de un tranquilo pueblo gobernado por la iglesia, Alex, una joven fotógrafa, se ve atrapada en un torbellino de misterios y peligros inesperados. Su encargo aparentemente simple de documentar la vida cotidiana se convierte en una escal...
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Mi madre siempre me dijo que tenía una cabeza de persona malvada, siempre me ofendió, hasta que entendí que tenía razón.
¿Qué es lo peor que le puede pasar a un cura? Pecar, y definitivamente el padre Gabriel me expulsará del pueblo si cree que su fe puede verse traicionada por mí. Hay dos cosas claras que se me dan bien en esta vida, una la que hago pública, la fotografía, y otra, la que mantengo en secreto, seducir a cualquier hombre, y más fácil aún si ese hombre lleva años sin tener relaciones sexuales.
Podría adaptarme al pueblo, pero mi instinto de supervivencia sigue gritándome que tengo que salir de aquí como sea, y para eso necesito el permiso del que parece ser el jefe.
También tengo que admitir que la idea de tirarme a un cura es algo que me excita en gran medida, no voy a mentir diciendo que esto se debe a un instinto de supervivencia. Siempre he sido una perra, nunca lo negaré, porque tampoco me arrepiento de ello. Toda mi vida he hecho lo que he querido sin preocuparme por las miradas ajenas.
— ¿Pan? — Me giro hacia la voz y veo a una mujer mayor vestida con ropa sucia, vendiendo comida en un pequeño puesto.
Meto mi mano en el bolsillo buscando la cartera, pero recuerdo que hasta eso me lo quitaron.
— No se preocupe joven — dice la señora envolviendo el pan en un papel —, aquí nos gusta ayudarnos.
— Oh. — Cojo el pan —. Gracias, lo pagaré.
La mujer sonríe y baja la mirada, veo una sombra sobre mí, no necesito darme la vuelta para saber de quién se trata, todo el pueblo agacha la cabeza cuando él está cerca.
— Padre — digo mientras me giro con una sonrisa.
— Me alegra que hayas decidido salir a dar un paseo, pero no te he visto en la misa.
— Supuse que después de la última vez no sería bienvenida — miento.
— Todos son bienvenidos, ven a la de la tarde.
— ¿Tarde?
— Los fines de semana hacemos una misa a las siete de la tarde, justo antes del toque de queda.
Asiento, sin saber qué responder, y completamente cohibida al sentir los ojos de todos sobre nosotros.
— Katherine — dice Gabriel mirando a la mujer que me ha dado el pan —. Tome, compre algo para su hijo.
Le entrega un billete y lo miro con los ojos abiertos, esto va a dar aún más de qué hablar.
— Si me dieras mi cartera no necesitaría que...
— Espero verte en la misa, Alex — me interrumpe con una sonrisa.
Sujeta mi mano y se la lleva a la boca para darme un beso sobre el dorso mientras se aleja por las calles.
La gente baja la cabeza mientras avanza, todos lo temen, y pienso averiguar el motivo de ese miedo.
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¡Hola bombones! 🥰 Pregunté por Instagram y la de idea os gustó, pero los que aún no me siguen por ahí y no sepan de que hablo... Como mencioné esta historia tendrá capítulos más cortos, como este, los cuales están escritos para dar más datos o información. En estos capítulos es donde más voy a ver el apoyo, hoy trabajo y salgo por la noche (hora española) si llego a casa y veo unos 15 o más votos y cometarios.. os dejaré el siguiente capitulo.
Siempre os pregunto la opinión de personajes, pero en este quiero saber que os va pareciendo la historia, si os gusta, o si no. ¡Os como la cara!
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