✟CAPÍTULO 9✟

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Me despierto sobresaltada por los gritos que resuenan en la calle

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Me despierto sobresaltada por los gritos que resuenan en la calle. Rápidamente, busco una sudadera grande para cubrirme y cuelgo mi cámara al cuello. Sin perder un segundo, salgo a toda prisa, incluso sin calzado, solo con unos calcetines finos.

La multitud del pueblo se agolpa frente a la puerta, lanzando abucheos y gritos incomprensibles que se mezclan en un tumulto ensordecedor. Entre el caos, apenas puedo distinguir los insultos que se arrojan.

A medida que me acerco, veo la figura de Gabriel destacando por su imponente estatura sobre la multitud. Los gritos y gemidos de una mujer afligida se filtran a través del alboroto. Me abro paso entre la masa de personas, llegando finalmente al centro de lo que posiblemente sea el espectáculo más macabro que presenciaré jamás.

Gabriel se yergue en pie, flanqueado por sus dos acólitos, con una mujer desnuda a sus pies, las manos atadas, y su cuerpo marcado por magulladuras y rastros de sangre seca.

La bilis asciende por mi garganta, y un sudor frío se desliza por mi frente mientras busco desesperadamente la mirada de Gabriel.

— Charlotte, esposa de Jacob, acusada de adulterio — pronuncia el padre.

La multitud grita y sonríe como si estuvieran en una fiesta macabra.

—Levítico 20:10 — interrumpe Samuele.

—Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto él como la mujer adúltera serán condenados a muerte — continua Gabriel. — Adelante.

El padre besa la frente de la mujer y murmura algo en su oído antes de apartarse.

Charlotte me mira desde el suelo, como si mi presencia fuera lo único que le importa. Cierra los ojos y susurra un "lo siento", moviendo los labios apenas perceptiblemente.

Todos los habitantes del pueblo levantan las piedras con las manos en alto, listos para arrojarlas contra la mujer.

— ¡Basta! — grito, apartando a las personas a mi alrededor para acercarme lo suficiente a la chica.

Siento cómo mi pecho arde al no llegar a ella a tiempo, y observo impotente cómo su cuerpo cae al suelo tras varios impactos.

Mis oídos parecen colapsar, y solo escucho el eco de su cuerpo golpeando el suelo.

— Lleváosla — ordena Gabriel.

Samuele y Francis asienten y se aproximan a mí con pasos decididos, agarrando mis brazos con fuerza.

— ¡Salvajes! — gruño, sin apartar los ojos de Gabriel. Su mirada es mucho más fría de lo habitual, como si la atrocidad que está presenciando no le afectara en absoluto.

Francis y Samuele me obligan a retroceder, arrastrándome de nuevo hasta mi casa. Trato de hacer fuerza con las rodillas para evitar que me arrastren, pero mi intento resulta inútil.

LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETAWhere stories live. Discover now