✟CAPÍTULO 11✟

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Pum

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Pum

Pum

Pum

Siento una presión en las sienes que me obliga a gruñir, y unos golpes, cada vez más intensos, hacen que abra los ojos. Tardo unos segundos en acostumbrarme a la luz y observar el lugar donde me encuentro.

Es mi apartamento.

Llevo la mano al sofá, haciendo un pequeño esfuerzo para sentarme en él. Mi cabeza sigue palpitando y me duele la comisura de la boca y las mejillas.

Miro hacia abajo, llevo puesto mi pijama habitual.

— ¡Abre, Alex! — Brandom grita sin dejar de golpear la puerta — ¡Sé que estás ahí!

Miro de nuevo a mi alrededor, asimilando que estoy en mi apartamento.

Suspiro, agotada, y me levanto, dejando caer mi cuerpo contra la pared cerca de la puerta. Siento como si un camión me hubiese pasado por encima.

Abro la puerta, permitiendo que Brandom entre y consiguiendo que los golpes en la puerta dejen de taladrarme la cabeza.

— Último día que no llegas a trabajar — gruñe señalándome con el dedo.

Vuelvo a mirar todo el apartamento sin entender nada de lo que está pasando.

— Yo... yo... — tartamudeo —. El reportaje de Sanctified Grove, no lo hice, no tengo nada, ayer estaba allí, algo me golpeó y...

— ¿Qué? — Brandom arquea una ceja y mira mi apartamento.

Sigo su mirada y veo varias botellas de alcohol tiradas por el suelo y mis tacones y ropa de fiesta a los pies del sofá.

— Debió de ser una buena fiesta anoche — insiste con una sonrisa—. Tienes media hora para subir tu trasero en el coche y presentarte en mi despacho.

— ¿Mi coche? — pregunto confusa.

— ¡Tu coche! — grita haciendo que dé un pequeño salto asustada —. Media hora, Alex.

Se da la vuelta antes de que pueda responder y sale del apartamento, dejando tras él un sonido pesado de pasos.

¿Qué diablos está pasando?

Busco en el escritorio todo mi equipo de trabajo; está intacto, mi portátil y cámara, y juraría que también mi teléfono.

Enciendo el ordenador y busco el nombre del pueblo en él, pero no encuentro nada.

Mis dedos están entumecidos y escribir se siente como latigazos en cada articulación, pero sigo buscando información. Abro los correos de Brandom, pero no encuentro rastro del padre Gabriel ni ninguna información.

Vuelvo a mirar las botellas de alcohol en el suelo.

— ¿Pudo haber sido un sueño? — musito.

Miro mis piernas; no hay rasguños, tan solo mi tobillo está completamente hinchado y morado.

Hace años que no usaba tacones; quizá eso sea el motivo del dolor.

Busco algo de ropa cómoda en el armario y me recojo el pelo antes de salir corriendo de casa.

Bajo las escaleras del apartamento casi de un salto, encontrando mi coche perfectamente aparcado en la calle.

Meto la mano entre la rueda y la carrocería, comprobando que las llaves están ahí. Nadie sabe que las escondo ahí siempre. Esto solo lo hago si he tenido una noche de borrachera.

No sería difícil encontrarlas, Alex, es un escondite habitual.

Mis teorías de que todo ha sido un sueño se refuerzan cada vez más mientras conduzco hacia las oficinas.

Aparco en la calle paralela, echándome un poco de perfume antes de bajar del coche.

Quizá me debería haber dado una ducha.

Paso entre varios coches hasta llegar al callejón que lleva al edificio de la revista.

El tobillo me duele cada vez más, trato de apoyarme en la pared para descansar unos segundos antes de continuar.

Escucho pasos acelerados detrás de mí y me aparto, permitiendo que pasen, pero en lugar de hacerlo, noto que bajan el ritmo.

Me paro en seco, girándome, y el hombre de avanzada edad me saluda con una sonrisa antes de adelantarme.

Me estoy volviendo completamente loca.

Llego al edificio ruinoso de la revista, subiendo las escaleras con el corazón acelerado y un malestar general que no me permite pensar con claridad.

Entro en el despacho de Brandon, mirándolo fijamente, tratando de averiguar si me está tomando el pelo.

— Tienes un reportaje cerca del edificio de artes — dice sin levantar la vista del ordenador —. Tráeme algo bueno, por favor.

— ¿Qué ocurrió con el pueblo? — inquiero de nuevo, haciendo que Brandon arquee una ceja y me mire.

— ¿Quieres unas vacaciones en un pueblo? — se ríe — Deja de salir tanto de fiesta, por favor.

Abro la boca para increpar algo, pero no tengo las fuerzas suficientes para una discusión. Hay una comisaría a pocos metros del edificio; si realmente todo lo que pasó fue real, ellos deberían saber algo. Deberían saber que a unos kilómetros de aquí están matando a gente apedreada.

Me cuelgo la mochila de la cámara en el hombro, me doy la vuelta y salgo del edificio de nuevo. Me sudan las manos y siento que mi cabeza en cualquier momento va a estallar.

Gabriel fue real, lo sentí real, todo el pueblo fue real. ¿Y mi abuela? Claro, María, María está enterrada allí, no puede ser una mera imaginación.

Abro la puerta de la comisaría, esperando en el pequeño recibidor a que alguien me atienda. Escucho pasos acercarse y miro hacia el sonido buscando a un policía.

Mi cabeza da aún más vueltas cuando veo las hebras rubias caer sobre el rostro del chico que se acerca con una sonrisa y el traje de policía.

Mi corazón late tan rápido que llevo mi mano al pecho, tratando de calmarlo.

— ¿Puedo ayudarla en algo? — pregunta.

— ¿Samuel? — musito.

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¡Hola bombones! 🥰 Nuevo capítulo, creo que he dormido poco  más de tres horas para poder traeros la actualización.
Os lo habéis ganado, no sois conscientes de lo feliz que me hicisteis ayer con los comentarios de apoyo y votos.
¡Pasé en dos días de recibir hate a que améis el libro!

Nuevo capítulo, y esta vez, definitivamente, habéis tenido la culpa de que anoche tuviese mil ganas de escribir de nuevo 🥰
¡Cada voto, o comentario es energía para los escritores! seguid así, sois enormes 😍

Nuevo capítulo, y esta vez, definitivamente, habéis tenido la culpa de que anoche tuviese mil ganas de escribir de nuevo 🥰¡Cada voto, o comentario es energía para los escritores! seguid así, sois enormes 😍

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LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETAWhere stories live. Discover now