✟CAPÍTULO 27✟

484 77 61
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Me apoyo en el alféizar de la ventana, observando la calle. Mis piernas tiemblan cuando me levanto sobre los dedos de los pies.

Ha pasado una semana desde que estoy encerrada y la gente afuera parece seguir con sus vidas como si nada. Siento que no tardarán mucho en venir por mí, o al menos eso espero.

— Buenos días — dice mi madre apareciendo en la puerta —. Venga.

Me hace un gesto y entran Diego junto con Francis y Samuele cargando un enorme caldero de madera.

— Lávate — me ordena señalando el agua del caldero —, hueles a mierda.

No respondo, me limito a quitarme la ropa, y meterme en el agua lo más rápido posible. Me dejo la ropa interior para lavarla, es lo que más agradezco después de todos los abusos.

No me importa que me miren, suelto un suspiro de alivio al sentir cómo el agua arrastra la suciedad y la sangre seca de mi piel. Cierro los ojos e intento relajarme sin éxito, a veces me pregunto si seré capaz de sobrevivir, y si lo hago, si volveré a ser la misma.

Todas las noches, antes de dormir, recuerdo a la niña que pasó su infancia en terapia intentando sanar.

— ¿Cuándo? — pregunto sin abrir los ojos.

— ¿Cuándo? — repite mi madre.

— ¿Cuándo vas a matarme?

Escucho una leve risa y luego un silencio que me desconcierta.

— Acostúmbrate a la sensación de no saber cuándo será tu último día — sentencia, y ordena a los chicos que salgan por la puerta, dándome la espalda para seguirlos.

— ¿Gabriel está vivo? — pregunto sin pensar.

No responde, simplemente sale por la puerta dejando la pregunta flotando en el aire.

Me han limpiado.

Algo dentro de mi cabeza se enciende y salgo del agua para mirar por la ventana. La sombra de mi madre se recorta entre los guardias.

Espero impaciente, necesito que no haya sido una simple corazonada.

Francis y Samuele entran a la cabaña de enfrente, y tardan lo que parece una eternidad en salir con toallas empapadas en sangre.

¿Gabriel?

Observo a los guardias, todos están amontonados en esta zona. Están vigilando solo esta área.

Diego entra a la cabaña con una bolsa de la que sobresalen diferentes herramientas. 

Van a matarlo.

Necesito salir de aquí y verlo.

¡Crash!

Un portazo hace que gire la cabeza, solo escucho mis propios latidos y la respiración entrecortada.

LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETAWhere stories live. Discover now