✟CAPÍTULO 35✟

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"Nadie va a amar nunca a un monstruo"

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"Nadie va a amar nunca a un monstruo"

"Eres un asesino, serás eso toda tu vida"

"Vivirás solo, y morirás de la misma manera"

Camino más rápido por el bosque, tratando de calmar mi cabeza. He salido de la casa de Katherine en la madrugada, necesitaba aire y el molesto olor de Alex a mi lado no me ayudaba.

No quiere quedarse a mi lado ahora, y no querrá hacerlo cuando sepa que yo maté a María.

He sido estúpido al imaginar que podría estar con alguien como yo.

He sido el único culpable de terminar con una vida así, no puedo culpar a nadie.

Pero no puedo dejar a Alex irse, no puedo, ni quiero. Pensé que estaba sanando porque confiaba en mí lo suficiente pero mi mayor temor se hizo realidad; no confía en mí, está viviendo esto encerrada, no está siendo libre, cuando sea libre irá a buscar consuelo con cualquiera de los otros hombres que...

— Cállate — gruño para mí mismo al mismo tiempo que me siento cerca del pequeño lago. Está oscuro, y solo se escucha algún animal en el bosque.

Extraño sentir una familia, Alex no, quiero autoconvencerme de que quizá sea porque es mucho más joven que yo, pero por otro lado me molesta que quiera pasar tiempo con Katherine y su hijo, como si eso le gustara.

¿Le gusta pasar tiempo con la familia pero quiere vivir sola?

Katherine tiene solo tres años más que yo, Alex tiene siete menos, es una cría, una niña malcriada.

No puedo pedir a alguien así que piense en un futuro cuando su vida antes de esto se basaba en acostarse con un tipo distinto cada día.

— ¡Aaaaah! — un grito de terror llega desde uno de los rincones del bosque.

¿Alex? No puede ser, estaba durmiendo.

Camino rápido hacia la zona del grito, cerca del lago, conozco el sitio, hay una cabaña abandonada desde hace años. Está alejada del resto, nadie quiere vivir aquí, algunos hablan de maldiciones.

A medida que me acerco, escucho el llanto que me confirma que es Alex quien ha gritado. Me acerco lo suficiente para verla tirada en el suelo, con las manos en la cara.

— ¿Alex? — pregunto, haciendo que su atención se centre en mí. No dice nada, solo señala al frente, su cuerpo tiembla de manera animal.

Me acerco, dando la vuelta a varios árboles para ver qué tiene frente a ella.

El cuerpo de la monja ahorcada, sin extremidades.

Me llevo la mano a la cara, teníamos que haber pensado que algo así podría pasar, fue la encargada de poner pistas falsas.

— Nuestra culpa — solloza Alex —, mía.

Me acerco al cuerpo, sus brazos y piernas están en el suelo, formando una cruz bajo ella, y en el pecho, clavado, tiene una nota.

LAZOS PROHIBIDOS © COMPLETAWhere stories live. Discover now