CAPÍTULO 1

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Kalen nunca había encajado en su familia. Con su perfecto hermano y su exigente padre. Así que un buen día decidió que ya había tenido bastante y se marchó sin despedirse.

La vida no es fácil cuando no tienes alguien que te respalde, y él no se había valido de su familia en años.

Había pasado por más cosas de las que nunca pudo imaginar. Y durante mucho tiempo después de marcharse, no fue capaz de mantenerse. Hasta que lo único que le salvó de morir de hambre era justamente lo que más odiaba de sí mismo, su juventud y su belleza.

Había adquirido la experiencia suficiente como para saber que, si hubiera seguido durante un año más viviendo de ese modo, no hubiera acabado bien. Aun ahora no estaba seguro de estar completamente a salvo, pero al menos le había valido para salirse con la suya. Y todavía seguía oculto de su familia y su antigua vida.

                                                                                                ***

Díez años antes...

Vera no había imaginado nunca que, a penas, cumplida su mayoría de edad, tendría que hacerse cargo de su hermana pequeña. Arwen y ella estaban todavía estudiando en el extranjero cuando les avisaron del terrible accidente.

Vera y Arwen asistieron al funeral de sus padres, tan solo unas horas antes de que el abogado les comunicara el estado de los bienes familiares.

Vera apretó la mano de su hermana entre las suyas. No le gustaba verla llorar, y aunque sabía que tenía suficientes motivos para hacerlo, ella se negaba a hacerlo. Las palabras que acababan de escuchar les descubrieron algo que ella ya sospechaba hacía algún tiempo. Su padre había perdido todo su dinero en su último negocio, y tan solo les había dejado deudas.

Al menos le quedaba el consuelo de que su madre se había ido convencida de que era el hombre que ella adoraba, y que Vera sabía que nunca existió. Ahora sería ella la responsable de conseguir que ambas salieran juntas adelante, aunque en esos momentos no tenía la menor idea de cómo iba a conseguirlo. Esa misma noche dejaría la escuela. Tenía que conseguir trabajo, pero no estaba dispuesta a que Arwen recorriera el mundo detrás de ella, dejando los estudios que hasta ahora habían sido su mayor refugio. La separación sería muy difícil, sobre todo porque ellas eran ahora toda la familia que ambas tenían, si alguna familia les quedaba estaba lo suficientemente lejos y lo bastante alejada como para no verse nunca. Pero no tenía otra forma de evitar el desastre que se cernía sobre sus cabezas.

                                                                                             ***

Finn miró por la ventana de la habitación mientras se colocaba de nuevo la corbata. Los recuerdos y los remordimientos le llevaron años atrás, y no pudo evitar el suspirar al recordar a su hijo pequeño. Esperaba que, en esos momentos, Kalen estuviera bien y que le hubiera perdonado.

Sabía que había procedido de una forma horrible con él. Nunca había podido perdonarle lo mucho que le recordaba a su madre muerta. Y aunque a ella le hubiera perdonado cualquier cosa, incluso aquella visión tan alocada que tenía de la vida y su sociedad, a Kalen no se sentía capaz de perdonarle.

Tenía que reconocer que se había equivocado, había luchado demasiado para llevar a su empresa a lo más alto, y nunca había estado dispuesto a ceder un centímetro de ella, y mucho menos en favor de algunos ideales a los que su mujer se había aferrado. Pero por suerte, su hijo mayor, Aelric se había formado como su sucesor, dirigía la empresa de una forma excelente, y esto hacía que no tuviera que preocuparse.

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