CAPÍTULO 21

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El viaje hasta el aeropuerto había sido un desafío de tensión. Ian y Kalen habían intentado hablar con Aelric, pero este no había soltado una sola palabra desde que montaron en el coche.

Ian les había advertido que nada de lo que habían conseguido grabar serviría para presionar al Club. La única conversación que podía haberles incriminado era la que Marcus había mantenido con Aelric en su despacho, y esa no había sido grabada. Por otro lado, las propuestas de Gerard Hint, no mostraban nada que pudiera ser considerado un delito, y lo único que había quedado registrado al final, había sido la pelea entre Cyrus y Kalen.

Kalen estaba agradecido de que su hermano no hubiera llegado a tiempo para escuchar lo que Cyrus había dicho sobre Vera. Por suerte no había descubierto que había sido la amante de su padre. Aunque sabía que esa era una bomba de tiempo que no tardaría en alcanzarle, esperaba que fuera ella misma quien tuviera la oportunidad de contárselo. Aelric no se merecía vivir engañado por más tiempo. Sabía que tendría que evitar que llegara a escuchar esa grabación.

Sigrid estaba tan pálida que parecía a punto de desmayarse. Pero cuando Kalen intentó preguntarle, ella le cortó asegurando que no se preocupara por ella.

Mael les estaba esperando en el aeropuerto. Él había sido uno de los compañeros de Kalen en el I.P.S., y por eso le había contratado para que se ocupara de la seguridad de sus hermanos. No solo estaba preparado para ser un buen guardaespaldas, sino que también era un estupendo conductor y un extraordinario piloto.

—¿Has dejado sola a Arwen? –le preguntó acercándose con una mirada que decía que no estaba contento para nada.

—No te preocupes, Amann se encarga.

Kalen dejó escapar un poco de tensión al tiempo que exhalaba el aire. Si Mael era alguien en quien podía confiar la seguridad de su familia, Amann era todavía mejor. Comenzaron a caminar por el aeropuerto, pero antes de que lograran llegar a su jet privado, Kalen sintió como el teléfono vibraba en su bolsillo.

El nombre de Vera aparecía en la pantalla. Había memorizado su número previniendo cualquier emergencia.

—¿Vera? ¿Qué ocurre?

Simplemente escuchar a su hermano nombrarla hizo a Aelric reaccionar. Se pegó a él para intentar escuchar lo que decía.

—Tranquilízate y escúchame. Llama un taxi y pídele que te traiga al aeropuerto. Mientras tanto llama al director, dale todos mis datos y mi descripción y dile que voy a ir a recoger a Enya. Aelric estará esperándote en la puerta principal cuando llegues.

—¿Qué pasa con Vera? –le preguntó su hermano en cuanto Kalen cortó la llamada. – ¿Por qué le has dicho que venga y por qué vas a recoger a Enya?

—Le han tendido una trampa. Le hicieron creer que Enya estaba enferma, pero antes de llegar al internado alguien la interceptó y le inyectó algo. Vera cree que la han envenenado.

—¡Dios mío! –exclamó Sigrid llevándose una mano a la boca.

—Ian pide un médico, adviértele que es un caso de envenenamiento. – Kalen siguió dando órdenes mientras se subía otra vez al coche, pero en esta ocasión para conducirlo. Mientras lo hacía girar para salir de allí, vio a su hermano correr hacia la puerta principal.

Saltando el límite de velocidad, Kalen buscó la dirección del internado en el navegador. Y mientras intentaba seguir las instrucciones sobre la marcha, se colocó el manos libres para poder hacer las llamadas que necesitaba. El primer número que marcó fue el de Arwen, y aunque todavía estaba amaneciendo no tardó en responder.

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