CAPÍTULO 10

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Arwen sintió frio por primera vez desde que había salido de su casa. Con las prisas, había decidido coger la primera chaqueta que tenía a mano en su armario para salir de allí cuanto antes, y como ahora podía comprobar, no era la más apropiada para ir en moto con aquel clima y a primeras horas del día.

Se frotó así misma los brazos, envueltos en aquella cazadora de sarga negra, y se estremeció presa de un escalofrío. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas antes siquiera de que se diera cuenta, y pensó que quizá estaba entrando en una especie de shock. Con más fuerza de voluntad que física, se puso en pie sin poder dejar de temblar, y levantando una mano sobre su cabeza se deshizo de la cinta que sujetaba su pelo y lo dejó suelto. Estaba segura de que aquella puerta que tenía enfrente escondía un baño, que seguramente sería el más grande y lujoso que había visto en toda su vida. Así que, intentando no caer de bruces, se inclinó sobre su pequeña mochila y buscó algo de ropa interior para poder darse una ducha caliente, que, estaba segura, le sacaría de aquel estado lamentable y le calmaría los nervios.

Inclinada como estaba sobre la mochila, escuchó como llamaban golpeando suavemente la puerta, y se imaginó que sería alguien del servicio.

—Adelante.

La puerta se abrió mientras ella intentaba no caer encima de la mochila, se apoyó con una mano sobre los pies de la cama y se tambaleó sujetándose el estómago con la otra mano.

—¿Arwen?

Antes de que pudiera procesar el hecho de que era Kalen quien había entrado en la habitación, ya estaba sujetándola por la cintura y sosteniéndola para que no se cayera. Soltó un gemido cuando tuvo que cerrar los ojos para evitar ver como todo giraba a su alrededor.

—"Lo siento mucho, Kalen, no quise ofenderte, yo no..." – comenzó a disculparse mientras sentía como él la levantaba del suelo como si no pesara nada y la dejaba sobre la cama con cuidado, colocándole una almohada bajo la cabeza.

—¡Shhhh! Tranquila, no tienes de qué disculparte. –le pasó los dedos por la frente para apartarle un mechón de pelo y los dejó allí prolongando el contacto. — Soy yo el que se ha comportado como un idiota, perdóname Arwen, todavía me cuesta relacionarme correctamente con las personas. Es deformación...

—...profesional. –acabó ella con una sonrisa, cerrando los ojos y dejando caer una mano sobre su estómago que parecía dispuesto a darle una tregua. Pero en medio de la neblina de confusión, se preguntó que tenía que ver su respuesta con su profesión. Que ella supiera, Kalen era el perfecto directivo, cordial, y respetuoso con todo el mundo. ¿Qué había querido decir con eso de "deformación profesional"?

Kalen se dio cuenta de que había cometido un desliz, sin proponérselo había revelado más de lo que quería sobre su pasado. Pero afortunadamente para él, Arwen parecía estar en otra dimensión, lo suficientemente aturdida como para fijarse en lo que había dicho. Entonces se dio cuenta de que estaba temblando y rápidamente fue hasta el armario para sacar una manta con la que tapó a Arwen para intentar hacer que subiera su temperatura.

—¡Dios, Arwen! Creo que estás entrando en shock.

Ella se las apañó para abrir ligeramente los ojos y buscarle con la mirada. Le tenía directamente sobre ella, con aquellos preciosos ojos azules llenos de preocupación, y el saber que ella le importaba hizo que su temperatura se recuperara ligeramente, intentó sonreírle para tranquilizarle, pero no sabía si lo había conseguido.

—No te preocupes, —consiguió decir sin que le castañetearan los dientes. — ya me encuentro mejor.

—¿Seguro? Dime si en realidad no te encuentras mejor, puedo llamar a un médico para que te atienda inmediatamente.

PROHIBIDOOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz