CAPÍTULO 15

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Había transcurrido más de una semana sin que nada fuera de lo común sucediera. Todos habían acomodado sus vidas a la nueva dinámica y comenzaban a relajarse ante la expectativa de que alguien volviera a intentar atentar contra Vera o su familia. Todos, menos Kalen.

Su experiencia le decía que aquello estaba muy lejos de haber terminado, y procuraba guardar su tensión para él mismo, para que no afectara a los demás. Sus investigaciones sobre el Club de la sociedad para la que Vera había trabajado, no habían sido mucho más reveladoras, y esperaba que se decidieran a dar algún paso en falso para poder pillarles. Mientras tanto, su relación con Arwen se había... suavizado considerablemente. El trato entre ellos era cortés y profesional, y se mantenía de igual forma cuando se cruzaban en la casa, incluso delante de los demás. Cualquiera diría, que nadie era capaz de darse cuenta, de que ambos estaban hirviendo en presencia del otro, y que la tensión era tan grande que casi podía palparse, pero Kalen sospechaba que no era así.

Aelric por su lado, parecía haberse tranquilizado un poco, y pasaba todo su tiempo libre con Vera y la niña. Los tres parecían estar felices, como cualquier familia de su posición, si no fuera por el hecho de que ellas no habían salido de la casa desde que llegaron, y Kalen sospechaba que era Vera quien había tomado esa decisión, para evitarle problemas a su hermano. Otra cosa era lo que parecía pensar Vera de él, pues, aunque nunca le había dicho una palabra fuera de tono, había ocasiones en las que le había pillado fulminándole con la mirada cuando creía que él no se daba cuenta, y Kalen no se atrevía a ponerle motivos a aquella mirada.

Sigrid por su parte, había declinado la invitación del idiota de Robert para salir en varias ocasiones, y Kalen se sentía más que agradecido por ello. Esto significaba una complicación menos, aunque no le hubiera importado romperle la cara al muy imbécil. Su hermana había decidido tomar bajo su tutela a la niña, y las dos eran inseparables cuando Sigrid volvía de la escuela y durante todo el tiempo que pasaba en la casa. Hasta había comenzado a darle algunas clases, sobre todo de música, para que Enya no perdiera del todo el ritmo de sus compañeras. Y Kalen estaba seguro por el comportamiento de su hermana hacia la niña, que Sigrid lo sabía.

Era sábado y Aelric les había propuesto jugar un partido de tenis de dobles. Kalen haría pareja con su hermana mientras Arwen cuidaba de Enya y hacían de espectadoras. Mientras esperaban que ellas se pusieran su equipo, Aelric y él revisaban el correo en la biblioteca.

Aelric se quedó parado sosteniendo un sobre delante de su cara, y esto llamó la atención de su hermano.

—¿Qué ocurre? –le preguntó intrigado.

—Es una carta del Club de la Sociedad, y va dirigida a mí. –respondió Aelric.

Kalen se levantó del sillón en el que estaba y se acercó hasta donde su hermano estaba sentado.

—¿Crees que pueda abrirla? –le preguntó vacilante.

Kalen le quitó el sobre de las manos, y después de sopesarlo, y darle varias vueltas delante de sus ojos, se lo devolvió.

—Adelante, no parece peligroso.

Aelric abrió el sobre y sacó de su interior una tarjeta color crema con letras grabadas en oro. Evidentemente se trataba de una invitación que los dos leyeron de inmediato.

—¡Me están convocando a una cena! –exclamó Aelric visiblemente sorprendido.

—¿No lo habían hecho antes? –le preguntó Kalen revisando la invitación una vez más.

—Por supuesto que no. Yo nunca les alenté para que me incluyeran entre ellos.

—Pero sabías de su existencia y pertenecías a su asociación.

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