CAPÍTULO 16

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El día de la invitación amaneció lluvioso, Aelric se marchó a la oficina temprano, llevándose con él a Arwen como había estado haciendo las últimas dos semanas, dejando a Kalen libre de esa responsabilidad.

Arwen no había hecho ningún comentario al respecto, y Aelric se alegraba de no tener que hacerle frente a más problemas de los que ya tenía. No había podido dormir demasiado y le dolía la cabeza. Así que pasó la mañana en su despacho desviando las llamadas hacia Ian y su hermano, y pidiendo a Thrisa que cambiara todas sus citas a otro día.

Arwen se percató del estado de Aelric nada más verle por la mañana, pero no dijo nada. Sabía que estaba más preocupado, incluso que todos ellos, por lo que pudiera salir de la invitación de esa noche, y discretamente, ayudó a Kalen a encargarse de los asuntos que su hermano desvió hacia ellos durante todo el día. A la hora de la comida, Aelric se negó a salir de la oficina y ella se encargó de pedir en el restaurante que le trajeran algo de comer, y de llevárselo ella misma, asegurándose de que, además, se tomara un analgésico para que le aliviar el dolor de cabeza.

Cuando Aelric le avisó que recogiera sus cosas para marcharse con él a casa, Arwen aprovechó esos pocos minutos para hablar con Kalen.

—¿Puedo preguntarte algo, Kalen? –él levantó la cabeza desde su escritorio para mirarla con curiosidad. — Es sobre la cena de esta noche.

Kalen se recostó sobre el respaldo y jugueteó con el bolígrafo entre sus dedos. Era la primera vez, desde que decidieron mantener su relación en lo profesional, que Arwen le hablaba de algo que no tuviera que ver con su trabajo.

—¿Qué quieres saber? — le respondió en un tono calmado que hizo su voz más sensual de lo que Arwen creía poder soportar.

—Sé que has ayudado a Aelric con lo de la seguridad, y me preguntaba si has previsto de algún modo lo de esta noche. Vera me contó que Aelric no quiere que le acompañes y tengo miedo por él.

Kalen la miró en silencio, soltando una rápida respiración por la nariz y casi sonriendo. "¿Sería posible que estuviera celoso de su propio hermano?" Envidiaba que Arwen se preocupara por él.

Tragándose sus sentimientos como si fueran cristales rotos, le respondió manteniendo su calma exterior.

—He tomado algunas medidas, sí.

Arwen soltó un suspiro de alivio que hizo que el puñal de los celos se retorciera en su cuerpo. Pero no podía quejarse. Él lo había querido así, la había apartado y la había herido. Quería mantener las distancias con ella y lo había logrado, solo que no podía dejar de sentir lo que sentía por ella.

La puerta del despacho se abrió de repente, y Aelric asomó la cabeza un instante.

—¿Estás lista? –le preguntó a Arwen que estaba colocándose su chaqueta de espaldas a la puerta.

—Sí, podemos irnos cuando quieras, Aelric. –le respondió girando la cabeza en su dirección y tomando su bolso de la percha.

—Nos vemos luego. –Dijo Aelric en dirección a su hermano antes de desaparecer detrás de la puerta.

Arwen tomó el pomo para salir de allí, y Kalen no apartó su mirada de ella sintiendo todavía la amargura que le provocaba aquella situación. Y cuando creía que ella saldría sin despedirse, la vio girarse hacia él justo antes.

—¡Ten cuidado, por favor! – le dijo con una expresión en sus ojos que hizo que a Kalen se le calentara la sangre. Se inclinó hacia delante en su escritorio, pero antes de que pudiera responderle, ella salió del despacho cerrando la puerta.

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