CAPÍTULO 12

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No había llegado a atravesar el pasillo que llevaba a las escaleras cuando Kalen escuchó algo que le hizo detenerse. Escuchó la voz de su hermana que increpaba a alguien, y no parecía contenta. Pero claro, ella siempre parecía estar enojada, al menos cuando hablaba con él.

Se sintió culpable una vez más. Sabía que ella tenía parte de razón para guardarle rencor. Él se había marchado cuando sintió que no podía soportar más el rechazo de su padre, pero no había pensado un solo segundo en ella. Ella no era el objetivo de los ataques de su padre, pero había sufrido el ser ignorada desde el día en que ambos nacieron, y cuando él se marchó sin pensar en ella, le había dado a entender que tampoco significaba nada para él. Pudo imaginar lo que había sido para su hermana convertirse en adulta con tan solo el cariño de Aelric, pero al menos, ella lo hizo digna y cómodamente.

Una voz masculina sonó llamando su atención. Sabía que no debería de espiar, pero sentía que aquello era algo importante para su hermana, y a pesar de lo que ella creyera, él la quería y le importaba que ella estuviera bien.

Se acercó sigilosamente hasta apoyarse contra el lado de las escaleras que le quedaba enfrente, y centró su atención en la discusión para averiguar qué era lo que estaba ocurriendo.

Para su sorpresa, reconoció la voz masculina. Era Ian, su empleado, quien estaba discutiendo con ella. Pero ¿Qué clase de relación podía existir entre ellos? Sigrid no visitaba la empresa, que él supiera. Tenía su propio empleo, e Ian...

—¡No quiero que salgas con él! – escuchó decir a Ian y puso toda su atención. Parecía muy enfadado.

—¡Ja! ¿Y crees que puedes decirme con quien puedo salir o no? –Sigrid echaba fuego por sus ojos multicolores, e Ian estaba a punto de perder por completo los papeles y lanzarse a besarla hasta hacerla entrar en razón. –Que yo sepa, —añadió ella hablando entre dientes. — perdiste ese derecho cuando rompiste conmigo.

—¡Robin Blane es un imbécil y lo sabes!

Kalen no podía estar más de acuerdo con Ian. Conocía a Robin desde que eran pequeños, habían ido a la escuela juntos, y no conocía a nadie más egocéntrico que él. Estaba seguro de que si se acercaba a su hermana no era nada más que por el interés que podría tener su padre en la fusión de sus familias. Cyrus siempre había envidiado la empresa de su padre, y estaba seguro de que estaría detrás del interés de su hijo en salir con Sigrid.

Apretó los puños a los lados y soltó una maldición en silencio. Solo esperaba que ella no fuera tan estúpida como para haberse interesado realmente por aquel inútil.

—Al menos a él no le da vergüenza que le vean conmigo. ¿Cómo te atreves a llamarle imbécil?

El silencio se prolongó tanto tiempo que Kalen no pudo contener la curiosidad e inclinó ligeramente la cabeza hasta conseguir una visión de la pareja. Ian se pasaba ambas manos por su corto pelo azabache, parecía a punto de estallar, y Kalen esperó que no lo hiciera, o tendría que salir y partirle la cara si se atrevía a ponerle un dedo encima a su hermana. Suspiró aliviado cuando le vio recuperar el control. No conocía mucho a Ian, pero no le parecía el tipo de persona violento, y se alegró de no equivocarse.

—Eres tremendamente injusta conmigo, Sigrid. –le dijo con una voz tan ronca que era inconfundible el dolor que estaba sintiendo.

—¿De verdad? –le respondió ella con sarcasmo y cruzando los brazos sobre su pecho.

Kalen sabía que su hermana no era tan hermosa como lo había sido su madre. Pero no podía negar que lo era. Era muy alta, delgada, con una cara redondeada, y su misma boca de labios llenos y definidos, y su misma nariz recta, pequeña y un poco chata, y eso les hacía inconfundiblemente gemelos. Pero su mayor atractivo estaba en sus ojos multicolor. Ella era la única de los tres hermanos que había heredado los ojos de su padre.

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