CAPÍTULO 6

5 1 0
                                    

Shelly saludó cortésmente a todos los que habían venido a formar parte de la reunión. Vera ni siquiera habló, se limitó a seguirla en silencio, y a recorrer su mirada furtivamente sobre todos sus rostros.

Cyrus Blane le sonrió. Sabía que estaría allí, no podía faltar cuando él había sido el mayor instigador del caso que le había conducido a los Baum.

—¡Hola, Vera! –se atrevió a decir por encima de los murmullos del resto de los asistentes, y ella no respondió mientras una joven le ayudaba a quitarse el abrigo. — Te veo tan bien como siempre, las vacaciones te han sentado bien, pero... creo que has tomado la decisión correcta. Tu puesto está a nuestro lado.

—¿Podemos centrarnos en el asunto? —le interrumpió Shelly sentándose en una de las dos sillas vacías que, habían dejado frente a ellos para que ella y Vera las ocuparan. — Creo que olvidas, Cyrus, que Vera está aquí para escuchar nuestra propuesta, no ha aceptado todavía.

Cyrus se recostó contra su silla y colocando una mano bajo su mentón, sonrió ladinamente dejando que otros tomaran la palabra. Tenía asumido que Shelly era como una leona defendiendo a sus chicas, y tenía el beneplácito de todos, ya que sus métodos no admitían queja alguna.

Vera no podía concentrarse en lo que estaban diciendo. Podía escuchar como si sonaran a lo lejos las voces de los empresarios, que discutían la mejor forma de sacar adelante sus empresas boicoteando las demás. Y las demás, eran todas aquellas que no formaban parte del grupo que ellos mismos habían formado. Todos unidos por varios motivos, pero en realidad, todos unidos por la venganza contra todos aquellos que habían osado ser diferentes. Empresarios emprendedores e innovadores que podían destacar o cambiar el modelo de sociedad que ellos habían defendido durante siglos. Los recuerdos de sus padres volvieron a golpearle, y trató de alejar de su mente a su hermana y a su hija, tanto como a Aelric, ya que estaba segura de que se iban a convertir en el arma que utilizarían para manipularla.

                                                                                                  ******

Kalen había entrado en una nueva dinámica de vida, se acomodaba a su horario de trabajo y el tiempo restante lo invertía en hacer ejercicio en las pistas de tenis y la piscina, en la parte trasera de la enorme mansión que construyó su padre. Procuraba levantarse temprano, para practicar antes de ir al trabajo, y cuando regresaba por las noches, solía zambullirse en la piscina para después recluirse en su habitación, con un sándwich y las carpetas de los proyectos que traía de la oficina.

Aelric no aparecía por casa hasta bien entrada la noche, y Sigrid, fiel a su carácter, intentaba evitarle en lo posible. Después de su primera y no muy agradable conversación, tan solo se habían saludado al cruzarse en el comedor o por los pasillos.

Habían pasado dos semanas desde su regreso, y había conseguido ponerse al día con los asuntos de la empresa, sobre todo, gracias a la eficiente ayuda de Arwen, a la que cada día se sentía más unido.

Esa conexión le estaba preocupando. Había sido entrenado para relacionarse con las mujeres manteniendo las distancias, y lo había hecho hasta ahora. Cuando había estado en una misión, sus relaciones con ellas habían sido solo trabajo, y todo contacto con ellas, incluido el sexo, iba en el paquete.

Cuando había necesitado sentir algo de compañía, tan solo había sido algo físico. Sin complicaciones, sin explicaciones y sin implicaciones emocionales. Había pasado diez años fuera de su hogar, lejos de su familia y completamente solo, y lo que había empezado como un acto adolescente de rebeldía, se había convertido en una forma de supervivencia difícil de ignorar o de cambiar.

PROHIBIDOWhere stories live. Discover now