CAPÍTULO 25

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—¿Estás segura de que lo llevas todo?

Arwen parecía más nerviosa que su hermana. Mientras Vera cerraba la maleta y daba un último vistazo a su alrededor.

—Sí, y lo único que siento es dejarte sola.

Cuando vio la cara de culpabilidad de su hermana, se acercó y la abrazó con fuerza.

—No estoy sola. Vuelvo a la oficina y tengo buenos compañeros, Thrisa, incluso Sigrid y Ian me llaman de vez en cuando para quedar.

—¿Y Kalen?

—¿Qué pasa con él? –respondió a la defensiva y apartando la mirada.

—Eso mismo es lo que te pregunto yo.

—Si lo que me estás preguntando es si entre nosotros hay alguna relación más allá de la profesional, te puedo decir que no. Así que puedes estar tranquila, sé que nunca te hizo gracia que entre nosotros llegara a pasar algo y ya ves, –levantó las dos manos, claramente molesta. – no tenías de qué preocuparte.

—Arwen, creo que es justo que te cuente algo, sobre... Kalen.

—Si vas a decirme que tiene un oscuro pasado y que es mejor que no me relacione con él porque me hará daño, ahórratelo.

—Habló conmigo antes de que todo esto empezara.

Arwen abrió más los ojos sorprendida.

—¿Qué quieres decir con "antes de que todo esto empezara"?

—El día que Kalen nos acompañó de nuevo a esta casa, fue a buscarme a la habitación de Aelric, por la mañana. Estuvimos hablando y al final me pidió que le ayudara a convencerte que te alejaras de él. Pero puedes estar segura de que no he hecho nada para influir ni en tus decisiones, ni en tus sentimientos, qué, como le dije a él, ni yo ni nadie puede hacer cambiar. –agachando la mirada se acercó para tomar las manos de su hermana. – Tengo que pedirte perdón, porque al principio, fue cierto que no me agradaba ver como os mirabais, estaba segura de que terminaríais juntos y estaba convencida de que no era alguien bueno para ti, que te haría daño. Pero con el tiempo, le he ido conociendo más y más, y me he dado cuenta de que estaba equivocada. Creo que deberías de darle una oportunidad.

—Para que hubiera algo entre nosotros, él tendría que estar de acuerdo, Vera. –sonrió a su hermana sin ganas.

—Y lo está, Arwen. Creo que todo el mundo lo sabe menos él, y al parecer, tú. Solo que está muerto de miedo. Lo sé porque yo también me he sentido así.

Sonó el timbre de la puerta, y Enya salió corriendo por el pasillo gritando el nombre de Aelric, Vera la siguió, quedando unos pasos atrás. Cuando la niña le abrió, él entró sonriendo y la agarró levantándola en sus brazos y besándola en la frente.

—¿Lo has preparado todo para el viaje? –le preguntó con tanto cariño que a Vera se le contrajo el corazón.

—Sí. –gritó Enya agarrándose con fuerza al cuello de él.

—Buena chica. –le respondió acariciándole la espalda mientras caminaba en dirección al lugar en donde Vera los observaba.

Se detuvo frente a ella. El cuerpo de Enya era lo único que los separaba.

—Hola. Estás muy guapa.

—Hola, tú también.

Aelric se inclinó para darle un beso en los labios y se dio cuenta de que tenía los ojos llorosos.

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