Rey del Glam

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Rey del Glam



—¿Pero qué haces aquí?

Aurora alza la vista, a través de sus gafas de sol apenas puede ver bien a Mara, que se encuentra de pie junto a ella, observándola con extrañeza. A su lado está la chica pelirroja que apareció en la cafetería días atrás, y que su amiga identificó como Sandra. Ella también la mira sin entender muy bien qué hace allí.

—La universidad está protegida de policías y periodistas —responde sin mucho entusiasmo—, así que he decidido darme una vuelta por el campus y de paso verte el careto, que me gusta recordar lo fea que eres de vez en cuando.

La chica se baja ligeramente las gafas de sol, Mara va cargada con un bocadillo más grande que su cabeza, siempre se hace unos almuerzos desproporcionados, es una máquina compulsiva de engullir. La suerte es que nunca engorda, ella lo atribuye a que se le comen los nervios constantemente pero nadie sabe cuánto hay de verdad en eso y hasta qué punto no influye su constitución.

En realidad, Aurora ha acudido allí porque necesita despejarse. Anoche apenas pudo salir, quedó con algunos conocidos para ir de bares pero claro, cada cincuenta metros se encontraba con algún periodista. Lo de Gabriele sumado a que Martina es una codiciosa de narices y no puede desaprovechar oportunidad para sacar tajada, así sea metiéndole una encerrona a su marido, ha hecho que la prensa se vuelva rematadamente loca. Que a ver, tampoco es la primera vez que se encuentra en una crisis de este calibre, pero siempre le revienta muchísimo no poder emborracharse como es debido sin que haya gente acosándola. Al final terminó bebiendo sola en su casa, porque de verdad que se pusieron inaguantables.

Hoy también estaban en la puerta de su casa. A este paso se traerán las tiendas de campaña o algo, porque vamos. Como Aurora tampoco es de quedarse encerrada a no ser que tenga la resaca del siglo, pues ha decidido ir al único sitio dónde se siente realmente a salvo. El tema es que pasearse por la universidad sin rumbo en plan personaje de película indie tampoco tiene mucha gracia, y como todos sus amigos están graduados o son unos buenos para nada como ella solo ha podido recurrir a Mara. Que no es problema, quiere mucho a Mara, pero también es verdad que preferiría otro sitio antes que Derecho porque los abogados le crean una depresión tremenda. Pese a todo, ha ido un poco a la aventura, porque tiene el teléfono apagado desde ayer, no piensa encenderlo hasta que pasen un par de días por lo menos.

Mara se dirige hacia Sandra, que se encoge de hombros. Ambas deciden sentarse justo delante de Aurora, la cual conviene que ya puede quitarse las gafas de sol. La verdad es que llevarlas ha sido un poco tontería, la gente la reconoce igualmente con o sin ellas, pero en cierto modo se siente algo más protegida cuando tiene un par de cristales oscuros tapándole media cara, da una falsa sensación de intimidad que, pese a no servir para mucho, sí resulta reconfortante en cierto modo.

—Bueno, esta es mi amiga Sandra —comenta Mara, mientras desenvuelve el enorme bocadillo de calamares con mayonesa que se ha pedido. Aurora nunca llegará a comprender cómo cojones alguien puede zamparse esa barbaridad a las once de la mañana, pero es una de las cosas más light que toma su amiga, hoy no debe tener mucha hambre—.Y esta es Aurora, claro.

La pelirroja, como persona normal que es, lleva un tupper lleno de fruta como tentempié. Eso, un sándwich, unas papas, cualquier cosa que no tenga doscientas mil calorías es bastante más ético que meterse entre pecho y espalda al menos un cuarto de kilo compuesto por pan y fritanga. Si es que huele al aceite con el que se han freído los calamares desde dónde está ella.

Giro de guionWhere stories live. Discover now