Me cuesta tanto olvidarte

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Me cuesta tanto olvidarte




Ana sufrió un robo el otro día, está histérica. Lo primero que hizo fue postearlo en Instagram, una foto de ella y el descerebrado de Hugo posando como si acabasen de asistir a un infanticidio en serie. Con la cara de piso que tenía Arias Navarro cuando anunció que Franco había muerto, o el careto que se les queda a los subnormales del PP a la hora de conmemorar a las víctimas asesinadas por violencia de género, las cuales les importan tres pimientos pero deben fingir que sus políticas represivas no fomentan la desigualdad social.

Por supuesto, un icono de la moda celebritie como ella no tardó en tener una legión de fans que se erigieron justicieros populares y empezaron a mandarle todo tipo de fotos que correspondían a la descripción del tipo que la había robado. Ninguno de los niños de doce años con más mocos en la nariz que pelos en las entrepiernas acertó, obviamente, pero Ana ha seguido lloriqueando por todas sus redes sociales porque claro, el bolso era de Carolina Herrera y una no puede perder novecientos euros de complementos así como así.

Aurora sabe que ha de apoyarla, porque es su amiga y aunque viva en Narnia constantemente la quiere, pero de verdad que a veces tiene cada discurso que es para mandarla a tomar por culo rápido.

Tras armar todo el papelón frente a media España —el cual, todo sea dicho, le ha venido bastante bien a la hora de publicitar la macro fiesta que pretende hacer— ha decidido quedar con sus amigas para seguir autocompadeciéndose de la preciosísima cartera de Bimba & Lola que a saber en qué manos sucias de segunda mano en cualquier app de compraventa habrá terminado por un precio de risa.

Pili ha tenido suerte, está con una grabación así que tenía excusa para librarse de tamaño calvario. Aurora no ha podido escapar, porque la malnacida de Ana se ha presentado en su casa hecha toda una diva en estado de luto. Mara, por su parte, ha dicho que iba al baño hace como media hora y todavía no ha vuelto.

—Encima la comisaría, no sabes lo mal que lo pasé —Ana es bastante expresiva con sus manos, parece que hable con ellas a veces, moviéndolas de todas las formas posibles—. Había varios nacionales que me estaban acosando con la mirada, son unos cerdos.

—Ya sabes que no suelo dudar de los testimonios de acoso —hace una pausa para beber un trago de cerveza, el drama siempre necesita algo de alcohol para poder sobrellevarse con dignidad—, pero a lo mejor te miraban por el circo que estabas montando y no porque estés buena. O por las pintas del Héctor, que tampoco sería de extrañar.

—Pues si nos miraban por Héctor entonces son unos homófobos de mierda —responde a la defensiva—. Que te digo que sus miradas eran de deseo. Mira que Mara es súper exagerada always, pero cien por cien con ella cuando dice que la policía de este país es la peste. Encima dicen que probablemente nunca recuperen el bolso, o sea, ¿entonces para qué coño les pagamos con nuestros impuestos? ¿Para qué se pongan cachas en el gym y así puedan pegar a manifestantes?

Aurora chasquea la lengua, aunque no será ella quien empiece a defender a los cuerpos de seguridad del Estado, sabe perfectamente que Ana solo está buscando veinte mil excusas para encontrar culpables en lo que ha sido un mero accidente. No está bien que nadie te robe, pero a todo el mundo le pasa en algún momento de su vida. A Aurora sin ir más lejos le han quitado la chaqueta en las discotecas al menos una decena de veces, hay gente que es gilipollas pero tampoco es para tirarse media semana dando el coñazo con ello.

Giro de guionWhere stories live. Discover now