Giro de guion

Qué hace una chica como tú en un sitio como este

Qué hace una chica como tú en un sitio como este

Aurora se come el mundo a bocados enormes, clavando los dientes, bailando a todas horas. Sale de la cama con el olor del último condón usado todavía volando por la habitación, se bebe media botella de cerveza y empieza un nuevo día. El verano está a la vuelta de la esquina, justo al final del junio que ya empieza a derretir las pistas de baile, calentando los motores de lo que prometen ser, a juicio de la muchacha, los mejores meses del año. Ya tiene entrada para los festivales más impresionantes del verano, provisiones de estupefacientes suficientemente considerables como para meterse en un buen lío si alguien se las pilla y la promesa de un fin de semana fantástico latiendo al son de la melodía ochentera que suena a través de los altavoces.

Está de un humor grandioso, como sus amigas se han mantenido ocupadas los últimos meses por trabajo o estudios, ella se ha dedicado a compaginar su atareada vida de influencer con un sinfín de viajes a los mejores lugares de Europa: Amsterdam, San Tropez, Ibiza... Fiestas por doquier, drogas en cualquier rincón de la discoteca. Lleva desde abrir en un estado de euforia constante, no podría sentirse mejor consigo misma, más cuando al fin ha logrado reunir a esa pandilla de perras para la noche inaugural de Festmad.

Festmad es una de las discotecas más impresionantes de todo Madrid. Se encuentra a las afueras y es conocida por sus espectáculos. Solo abre los veranos, un complejo enorme en medio de la nada mesetaria famosa por sus fiestas legendarias. Es el evento de la temporada, las entradas se agotaron en apenas cuarenta y ocho horas hace ya tres meses. Todos los inicios de temporada montan espectáculos brutales y mientras Aurora baila, excitada ante la idea de beberse todas las reservas de la barra, se pinta también los labios, mirándose en el espejo retrovisor del taxista. Ha quedado con sus amigas ya cenada, directamente para hacer botellón en el parking. La orden absoluta es que ninguna de ellas lleve coche, porque no le da la gana que alguna se quede sin beber. Esa noche tiene pensado no salir hasta que sea de día. Esa es otra de las ventajas de Festmad, que abre hasta las nueve de la mañana. Cuando llegan las siete y media suelen repartir cosas para desayunar, es una puta pasada.

—¿Puede subir la música?

El taxista asiente sin mediar palabra, tiene puesta una emisora de grandes éxitos de los ochenta. Esas canciones siempre le han puesto de muy buen humor. La verdad es que últimamente se encuentra en la cresta de la ola, su actitud apática ante la vida se ha visto desvanecida. Ella cree firmemente que es por haber vuelto al speed, siempre le sienta bien esa mierda. Se refiere al humor, claro, cuando toma speed regularmente se le arreglan los neurotransmisores. O quizás simplemente sea que sus padres no le han dado el coñazo en una buena temporada, que el verano es su época favorita del año o que va a quedar con sus amigas, a las que realmente le apetece ver. Le da igual, lo único importante es que se encuentra en su mejor momento.

El centro de Madrid se aleja tras de ella, pasan de las diez de la noche, apenas queda rastro de ese sol veraniego que se niega a abandonar del todo el cielo. Aurora ve la autopista como la promesa de un sueño idílico.

Disimuladamente, mete la mano en su bolso para comprobar que todo va bien. Sonríe, la verdad es que necesita una raya.

Ana siempre ha pensado que la Festmad es un antro lleno de pordioseros, gente adicta a las pastillas, los colores fluor y esos peinados atroces que llevan todos los futbolistas y deberían estar penados con cárcel. Pero claro, es la única opción que le ha dejado Aurora, porque a ella siempre le ha encantado codearse con la mugre social, es uno de sus grandes fetiches. A veces piensa que terminará sus días con algún o alguna muerta de hambre, le pega mucho el rollo niña bien problemática a la que le gustan los pobres. Pero no por una cuestión romántica, sino por el asunto de las drogas.