Cruz de navajas

393 47 123
                                    




Cruz denavajas



Mara está al borde de una crisis existencial por diversos sucesos que han hecho tambalear su preciada calma, ensombreciéndole la apreciada monotonía de su vida cual nubarrón a punto de estallar. El primero y más importante de todos es que Jaime sigue dándole like a todas sus publicaciones. De hecho, ahora parecen gustarle incluso aquellas que por norma general le daban igual o ella sabe bien que no le hacen gracia alguna. Eso la tiene algo inquieta, no quiere pensar lo peor de él pero quizás es su parte crédula la que desea auto convencerse de que no puede ser más imbécil de lo que ya aparenta. Además, él subió una foto a su cuenta el otro día dónde sale tocando la guitarra, con todos los tatuajes a la vista, despeinado, en blanco y negro. Es un hijo de puta pero ella tiene demasiada dignidad como para hacer acto de presencia activa en sus redes sociales, amor propio ante todo, por más que a su pesar tenga unas ganas tremendas de tirárselo.

El segundo gran drama de sus meses previos al cuarto de siglo gira en torno a las palabras de Aurora. Desde que su amiga le dijo lo del Cortefiel a Mara no paran de asaltarle las dudas. Ha intentado pillarle mirándola en clase, analizando la forma de dirigirse dirige hacia ella. Como buena persona con rasgos obsesivos y problemas de control, la chica lo escudriña milimétricamente al punto de parecer una psicópata, con el único afán de ver algo de lo que Aurora ha dicho captar. Lo cierto es que hasta el momento no ha tenido éxito alguno, así que aprovechando que Sandra es una persona totalmente objetiva, ha decidido compartir su drama aprovechando el descanso entre clase y clase. Están en la cafetería, aunque al ser por la tarde no hay mucha gente. La pelirroja se come un croisant industrial cuyo aspecto deja bastante que desear, Mara está con un quinto de cerveza porque la vida es demasiado dura como para mantenerse sobria demasiado tiempo.

—Aurora dijo que le pongo al Cortefiel.

Sandra casi se atraganta con el último trozo que se ha llevado a la boca. Empieza a toser, recurriendo rápidamente a la botellita de agua que siempre porta consigo en el bolso.

Cuando recobra la respiración mira a su amiga con los ojos como platos, parece que se le vayan a salir de sus órbitas.

—¡¿Qué?!

Mara se siente considerablemente bien al notar la reacción de su amiga, si Sandra se ha puesto así es porque el comentario le ha pillado totalmente desprevenida, no se lo esperaba en absoluto, lo que indica que las impresiones de Aurora son total y absolutamente infundadas.

—Pues eso —se encoge de hombros, mirando el agua perlada por el frío en el cristal del botellín—, el otro día me dijo que nos vio hablar con él en la fiesta y notó que el tío me mira... pues bueno, ya sabes.

—Con ganas de follarte —termina la chica.

Mara alza la vista, asintiendo.

—No me mira así ni nada, ¿no?

Sandra arruga los labios, sacando el inferior hacia afuera en una mueca pensativa.

—Yo creo que no, vaya, me has dejado loca al decírmelo —chasquea la lengua—, de todas formas tu amiga Aurora fijo que iba ciega, no le hagas mucho caso.

—Es que a ver, ella insistió mogollón —le asegura—, y he estado pensándolo...

—No me digas que ahora te lo quieres tirar tú —Sandra enarca una ceja.

—Tía, no hagas bromas con eso —Mara está ofendidísima, eso ha sido un golpe bajo—. No tiene ni puta gracia, para mí sería incomodísimo.

—Tampoco seas tan exagerada, yo no le diría que no —Sandra sonríe al ver la mueca que está poniendo la chica—. No te pongas digna, tampoco es mi tipo pero el hombre está muy bien. Para echar un par de polvos y alegrarme el finde tampoco lo descartaría.

Giro de guionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora