Terror en el hipermercado

333 50 51
                                    




Terror en el hipermercado



El despacho de Pedro Silva, situado en la parte trasera del chiringuito, es asfixiante como una pequeña cueva. Al caluroso clima del verano se le suma la carencia de aire dentro del habitáculo, que si se une con las tenues luces reflejadas sobre sus pieles dota a todo el ambiente, aliñado con un extraño hedor a incienso, de un clima cargado de bochorno. Los posters de tipas desnudas en la pared tampoco ayudan a que Aurora se sienta completamente cómoda en ese lugar, pero su ira es mayor que la personalidad casposa del ex concursante de realities, ahora mismo no hay un enfrentamiento ideológico ni tiene cabida tampoco, ambos comparten enemigo, razón de más para tragarse sus percepciones personales.

Novillero le pasa una cerveza, está a su lado, ambos sentados mientras Silva repasa algunas cosas en el ordenador.

—¿Entonces Eduardo no te ha contado nada?

Ella niega con la cabeza, Novillero ha preferido reservárselo todo para ese momento, llevando con absoluto secretismo todo el tema. El hombre entiende, asintiendo con la cabeza. De repente su expresión cambia tornándose más serie, uniendo sus manos sobre el escritorio justo antes de mirar a Aurora con severidad.

—Esto ya se lo comenté a él en su momento —advierte, haciendo un gesto con la cabeza para señalar al joven—. Me pasé meses siguiendo a Álvarez sin ningún éxito hasta que me percaté de que todos a quienes contrataba terminaban comprados por él. El tipo, no sé cómo, se enteraba de que le estaban siguiendo y les ofrecía el triple de cualquier oferta que les pudiese dar yo.

—Tampoco me sorprende —la chica se encoge de hombros—, ese cabrón no ha copado una portada en su vida, lo del silencio comprado es un secreto a voces.

—Sí, pero encontré a un tipo que hizo el trabajo, de hecho le pilló tirándose a Irene, una de las directoras del programa.

—O sea, que Álvarezes hetero —le dice Novillero, mirando a Aurora como si esa fuese la noticia del siglo.

Ella le observa con cierta indiferencia.

—Ya lo sé tío, súper fuerte. Le vi tirándose a una en la discoteca.

—Le debemos dinero al puto Fran sabes, es lo peor del mundo esto. Encima yo pensaba verdaderamente que era gay, menuda mierda de radar.

—Quizás sea eso, Fran es hetero así que tendrá un heteroradar, el nuestro es lgbt.

Silva carraspea con fuerza, toda la atmósfera se ha roto de repente, convirtiendo el momento en una especie de tertulia casual entre dos adictos a las redes sociales totalmente ofendidos por la negligencia de sus respectivas intuiciones. Tras emitir un pequeño suspiro de resignación, el hombre prosigue.

—No sé cómo se enteró de que yo tenía esa información, la de su relación con Irene quiero decir, pero en lugar de publicarse esa noticia salió el escándalo sexual en el que me vi inmiscuido. Bueno, en el que él me metió, más bien. El hijo de puta me llamó ese día para contarme que todo había sido un montaje suyo para darme una lección, me amenazó para que abandonase Madrid y bueno, me vine aquí. Fue entonces cuando empecé a investigar más a fondo.

—¿Qué tipo de investigación?

El tono se ha tornado serio nuevamente, los tres presentes se observan entre ellos con atención, esperando las palabras de Silva.

—Tengo varios amigos en la policía, tiré un poco de ahí. Edu también me ha ayudado con los contactos de su familia, entre los dos nos propusimos llegar al fondo de quién era Raúl Álvarez en realidad. Hace apenas un par de semanas me enteré de la verdad.

Giro de guionWhere stories live. Discover now