Capítulo 11.

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A Elena le sorprende que Raoul quiera quedarse el día entero en la facultad para estudiar. A Raoul le sorprende también, pero supone que son efectos colaterales de tener más motivos para estar fuera de casa que para estar dentro. Tanto Agoney como Glenda y Álvaro le han avisado a lo largo de la mañana que no pararán por la comunidad hasta tarde, así que supone que eso y el convincente argumento de Elena, le han hecho afrontar el día de la manera más optimista posible.

- Queda... ¿una semana? Para los primeros parciales, digo – pregunta Elena.

- Semana y media – confirma Raoul.

- Semana y media, me cago en mi puta vida.

El tono para nada usual de la chica levanta la mirada de los tres chicos que comparten mesa con ella.

- Pero si es una buena noticia, has ganado media semana con la que no contabas – Ricard y su optimismo.

- ¿De qué me sirve media semana? Os juro que para los finales de enero me pongo las pilas. Empezaré a estudiar cuando acabemos los de noviembre.

- Claro que sí, cariño – contesta Quique, mientras juega con los guisantes de su plato.

- ¿No me crees?

- Te creo, como cada año.

Ricard le ríe la gracia a Quique. A Raoul le hace sonreír. Es cosa de estudiantes, eso de prometer aplicarse con tiempo para la próxima... y no cumplirlo jamás.

- Esta vez voy en serio – la chica, frustrada, se cruza de brazos.

- Estoy contigo – comenta Raoul.

- Claro que sí, cariño – repite Quique.

- Razón no le falta... - comenta Elena. – Es la primera vez que te quedas a comer en todo el curso.

Y la última, piensa Raoul en un arrebato de frustración y pena. ¿Cómo pretenden que se sienta cómodo si le obligan a retroceder cada pequeño paso que consigue avanzar?

- Ya, bueno. He descubierto que en casa estudio muy bien.

- No te enteraste ni de que teníamos examen el otro día. Ya me dirás tú qué clase de método de estudio utilizas – Elena levanta una ceja y Raoul quiere levantarse de la mesa y marcharse.

Decide guardar silencio. No quiere contestar de malas maneras porque no soporta que le vean enfadado, pero tampoco se va a disculpar por hacer lo que le apetece. No tiene ninguna obligación a pasar tiempo de más con ellos y odia que le reprochen que no lo haga. El silencio es elegante, así que le da compañía.

- El caso es que acabó estudiando – el apoyo de Ricard siempre tan sutil y de agradecer.

- Sí, y tampoco es que a ti te esté funcionando quedarte aquí – Quique se dirige a Elena.

Elena cambia la expresión a una más dolida. Raoul sabe que Quique no lo ha dicho por defenderle, sino por chocar de nuevo con la chica. Parece que les gusta jugar a odiarse, aunque el claro sentimiento de adoración es transparente en ambos, sobre todo en Elena.

- Vete a la mierda, Quique, no tienes ni idea de nada.

Tú tampoco, piensa Raoul.

- Me voy antes de que se líe. ¿Vienes, rubio? – pregunta Ricard.

- Voy.

Raoul recoge su mochila del suelo, su chaqueta de la silla y la bandeja de comida de la mesa antes de poner rumbo a la salida.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Where stories live. Discover now