Capítulo 32

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En este capítulo se describen emociones vividas en la noche del último encuentro con Marc y algunos recuerdos de las noches en las que abusaba de Raoulagom.


Agoney remueve la taza del café mientras lee un artículo en el móvil. Bosteza, cansado por la falta de sueño de la última noche, y dispara la cabeza hacia arriba cuando escucha la puerta de su habitación abrirse.

Rueda los ojos antes de ver aparecer a Raoul vestido y aseado, aunque con la nariz roja y las ojeras algo marcadas.

- Estoy totalmente en contra de esto – dice Agoney.

- Estoy mejor – alarga la última sílaba para hacerlo más creíble.

- No has dormido nada esta noche, ¿cómo vas a estar mejor?

- Pero no tengo fiebre, Ago.

- Pero sigues teniendo un buen catarro, deberías descansar un día más.

Raoul resopla porque sabe que es verdad, pero sus intentos por apartarse de la cabeza la llamada de Miriam no tuvieron el efecto que él esperaba, así que no se cree capaz de aguantar mucho más sin saber qué ocurre con Elena y con todo lo que ella puede conllevar.

- No tienes que acompañarme si no quieres – se encoge de hombros.

Agoney toma aire y niega en silencio.

- ¿De verdad crees que lo que me molesta es acompañarte?

- No, pero estás molesto.

Se levanta de la mesa y camina hacia la puerta, donde Raoul le espera con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo.

- No quiero que cojas frío – susurra.

A Raoul le toca creerle, porque ni le falta razón ni tiene motivos para no querer que salga con sus amigos más allá del intento constante de proteger su salud.

- De casa a la cafetería y de la cafetería a la cama, te lo prometo.

Agoney le da un toque en la punta de la nariz y mira su piel, tan pálida y suave como siempre.

- Sabes que no me molesta que salgas con tus amigos, ¿no?

- Lo sé. Es porque estoy malito.

Agoney asiente. Necesita que se crea sus palabras y que no le asuste el desacuerdo que muestra ante su decisión.

- Abrígate bien, ¿vale?

- No me caben más capas de ropa – ríe.

Agoney le acaba añadiendo una bufanda alrededor del cuello antes de salir por la puerta. Le coge la mano, cubierta por un guante, y la balancea entre sus cuerpos mientras caminan. Puede notar que los pasos de Raoul son pesados, su cuerpo luchando por recuperarse todavía.

- ¿Bien?

Raoul asiente, arrimándose al cuerpo de Agoney y caminando con la cabeza gacha para poder cubrirse la boca con su bufanda.

Entran en la cafetería y celebran el calor que les recibe. También les reciben Ricard y Quique.

- Buenos días, parejita – dice Ricard.

- Buenos días – contesta Raoul.

- Dios, la voz – se escandaliza Quique.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Where stories live. Discover now