Capítulo 38

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No existen peores amaneceres que los de los lunes, y si en una cama a solas es duro, cobijado en el calor de Agoney lo es más. Incluso más habiendo pasado la noche entre tragos de agua y caramelos de miel para suavizar la garganta, así como esporádicos besos en la frente de Agoney con la esperanza de aliviarle el ligero dolor de cabeza que le había mantenido despierto las últimas horas.

Agoney se queja y apaga el despertador de un manotazo. Vuelve a arropar a Raoul con el brazo y apoya la frente en su nuca, buscando oscuridad y tranquilidad de nuevo.

- Putos seminarios obligatorios – musita Raoul, retrocediendo en el colchón para notar toda la piel de Agoney contra su espalda desnuda.

Agoney no le contesta más que con un movimiento de cabeza que recibe en las cervicales. Cinco minutos más.

- Mmm – gruñe Raoul, cuando la nueva alarma les despierta de nuevo.

Agoney se acerca más a él y encaja sus cuerpos por completo, arropándole y deseando no tener que dejarle ir tan pronto.

- ¿Te encuentras mejor? – pregunta Raoul, con la voz ronca.

- Sí – susurra.

Gira entre sus brazos para mirarle, ambos todavía con los ojos entrecerrados y marcados por el cansancio.

- Pero no voy a ir a clase – añade, encogiéndose de hombros.

Raoul le mira en silencio. Lleva una mano al pecho contrario y la deja reposar unos segundos. Cierra los ojos lo que le parecen unos pocos segundos y terminan siendo algunos minutos. Los abre algo sobresaltado y desorientado. Se encuentra con un Agoney igual de dormido.

Después de pasar la mañana en el aeropuerto, en un silencio total que acabó convirtiéndose en una agradable conversación que continuó al regresar a casa, durmieron casi toda la tarde y, llegada la noche, no había rastro del sueño. El despertar de ese lunes es todo un reto.

- ¿Quieres que me quede contigo? – pregunta, recordando las palabras de Agoney.

Se despierta de ese intermitente sueño y carraspea. Niega repetidas veces. Raoul desplaza la mano desde su pecho hasta su muslo y lo acaricia.

- ¿Quieres algo? – insiste.

- No. Estoy bien, pero prefiero quedarme y descansar. Además, tengo que ir a comprar y me toca fregar – recuerda sus tareas de manera mecánica, batallando contra el sueño que se empeña en querer conquistarle.

- Vale – acepta Raoul y hunde las yemas de los dedos en el muslo de Agoney.

Se acerca a su hombro y le deja un beso delicado antes de destaparse, sacudirse por el frío que le azota, y salir de la cama. Se viste con un poco de prisa, consciente de los minutos perdidos entre cabezadas.

No espera sentir la mirada de Agoney sobre su cuerpo mientras se viste, aunque una parte de él lo desea, así que no le sorprende empezar a escuchar los ronquidos que escapan de debajo del edredón.

Le besa en la cabeza justo antes de marcharse.

*

Agoney se despierta un par de horas más tarde, completamente despejado y descansado. Recuerda un despertar dulce, casi tanto como el tacto de Raoul contra su piel, y se pregunta si acabó marchándose sin despedirse, o si simplemente no lo recuerda.

Lo primero que encuentra al levantarse es una nota en la encimera de la cocina, junto a una taza vacía y cuatro galletas apiladas. "No te puedo dejar el desayuno preparado porque se te va a enfriar, pero algo es algo. Buenos días, perezoso. Estoy a una sola excusa de dar media vuelta, quitarme la ropa y volver a la cama contigo. Dios, ahora es peor, no tendría que haberlo escrito."

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon