Capítulo 13.

8.8K 444 782
                                    

El tiempo corre y a Raoul le molesta que no exista ningún tipo de mercado negro en el que comprar horas para alargar los días. Se queda sin tiempo para estudiar todo lo que tiene que estudiar. Es el mismo bucle de siempre: estudiar sin tiempo, quejarse de no haber estudiado antes, prometer hacerlo para la próxima y vuelta a empezar.

Por suerte, no ha estado solo esos últimos días en los que le gustaría abandonar, tirar la toalla, dejar de luchar contra algo que ni siquiera le motiva para seguir luchando, contra algo que le hace sentir que está en guerra. Por suerte, ha encontrado en Ricky un buen compañero de biblioteca. Y, en Agoney, un buen compañero de cama deshecha repleta de apuntes desperdigados y alguna que otra cabezada después de comer, cuando los ojos les pesan demasiado como para leer dos frases y entender más de media.

- Raoul – susurra el canario. – Raoul, despierta, son más de las cuatro.

- No puedo – gruñe, escondiendo la cara en la almohada y rezando porque sea una broma de su vecino y que realmente no han pasado los cuarenta minutos de descanso que se ha concedido.

Agoney sonríe ante su respuesta. Los últimos días le había contestado con un "cinco minutos más" que Agoney acababa convirtiendo en diez, completamente prendado de la ternura que transmite un Raoul dormido y cansado a su lado.

- ¿Por qué me dejas dormir más? No hagas eso, Ago – se había enfadado el pequeño la tarde anterior.

- Me has pedido cinco minutos más. Te he dado quince.

- Pues no me hagas caso cuando te pida cosas recién despierto.

- Pues no me las pidas, amigo, que se me hace difícil decirte que no y luego me culpas.

Raoul no ha cometido ese error hoy. Ha apostado por una respuesta que no da posibilidad a Agoney para obligarle a descansar más, que es algo con lo que puede llegar a ser muy insistente. Y no le culpa, pues sus ojeras ya no son algo raro en su pálido rostro y Agoney quiere evitarlas. El canario trabaja intentando encontrar el punto medio entre hacerle descansar, pero no hacerle enfadar por darle minutos de más de descanso y, por lo tanto, minutos de menos para estudiar.

- Sí puedes – le contesta Agoney, cogiendo cariñosamente el pie de Raoul que, dadas sus posiciones opuestas en la cama, reposa prácticamente en su regazo.

Raoul se incorpora y se deshace del agarre de Agoney, se frota los ojos unos segundos y le mira en completo silencio. Cada día se pregunta qué clase de mecanismo sobrehumano tiene el chico para no caer rendido en ningún momento del día y aun así estar bien despierto y estudiando casi todo el tiempo.

- Estoy muy tentado de pedirte cinco minutos más – confiesa Raoul.

- No me jodas, Raoul, que con esa carita te dejaría unas tres horas y luego me odiarías el resto de semana y ya bastante estresante va a ser con los exámenes – habla rápido y Raoul tarda en entender cada palabra, pero le sonríe y le da una suave patada en el pecho.

*

La tarde después del primer examen, ninguno de los dos chicos se mantiene en pie. Raoul duerme, pero Agoney duerme más. Y no le quiere despertar, aunque sabe que debería. Aprovecha para salir de la habitación y coger una botella de agua nueva.

- ¿Ya empezáis? – pregunta Álvaro, sentado en el sofá con el portátil sobre las piernas, trabajando.

- Yo sí – contesta, dando un primer trago de agua.

- ¿Y Ago? – le pregunta, volviendo a teclear.

- Sigue dormido.

- No me jodas... ¿puedo despertarle yo?

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora