Capítulo 37

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No es nada nuevo, pero no está de más recordar que en esta historia se tratan temas sensibles como abuso y ansiedad, y que si son temas con los que no os sentís cómodas, podremos leernos en otras historias, pero vosotras y vuestra salud pasáis por encima de este fic. Leed para disfrutar, os adoro. 

*

Agoney se lleva una mano a la boca y niega lentamente.

- ¿Qué haces con eso?

Álvaro le mira en silencio y no contesta. Agoney deja las llaves en su sitio y camina hacia él.

- ¿Por qué tienes eso? – exige.

- ¿Por qué sabes qué es esto? – prácticamente lo susurra, aunque es evidente la fiera escondida bajo esa voz de seda.

Agoney no sabe qué hacer. Camina nervioso, adentrándose en el comedor.

- Has venido a mi vida para arrebatármela – recita Álvaro, avanzando un primer paso.

Agoney le lanza una mirada repleta de disgusto e incredulidad.

- ¿Qué haces? Cállate.

- Mi cuerpo no se reconoce.

- ¡Cállate, joder! – Agoney se cubre los oídos.

- El resto está roto, arañado – se le rompe la voz.

A Agoney le corre ira por las venas. No quiere escuchar nada que Raoul haya escrito y no haya querido leerle. No quiere, mucho menos cuando son cosas escritas por él, pero nunca leídas. No cuando sabe que lo escribió sin ser capaz de afrontarlo más tarde. Las arañó, arrancó lo que pudo y no volvió atrás para ver qué quedó escrito.

- ¿De qué coño vas?

- ¿De qué coño vas tú? – recupera algo de vida en la voz.

- ¿Qué haces con eso? – no se lo puede creer.

- ¿Te leo eso y solo te interesa saber cómo he llegado hasta ahí? – gruñe.

- No es tuya, no tienes ni permiso ni derecho.

- ¡¿Qué cojones escondes?! – le grita, avanzando con verdadera furia hacia él. - ¡¿Me han violado?! ¡¿Qué puta mierda es esa?!

Arrincona a Agoney contra la pared y lanza la libreta al suelo para señalarla más tarde. Agoney trata de conservar la cabeza en frío, repitiéndose una y otra vez que Álvaro acaba de descubrir algo horrible, algo que duele tanto que no sale ni a gritos del cuerpo. Alza las manos, indefenso.

- Vas a tener que hablar con él.

- Eres tú, ¿no? – se le incendia la mirada.

Agarra el cuello de su sudadera y le estampa contra la pared. Agoney gime.

- ¡Confiaba en ti, hijo de puta! – da un puñetazo a la pared, a escasos centímetros de su cabeza.

- Te estás equivocando – aprieta la mandíbula.

- ¡¿Me estoy equivocando?! – le grita, a centímetros de su piel, y le arrincona más.

- No sabes cuánto... Quítame las manos de encima – pide, en voz baja, mirando la libreta abierta en el suelo.

- ¿Te habla a ti? – se intenta aferrar con todas sus fuerzas al mínimo de esperanza que le queda de ir completamente mal encaminado. Solo quiere que le diga que Raoul está escribiendo un libro de ficción.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Where stories live. Discover now