Capítulo 30

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No pone ni el nombre.

Respeta la primera media hora del examen y finge estar pensando las respuestas, pero solo piensa en que ha sido estúpido pensar que un par de horas de concentración esporádica eran suficientes para sentirse bien frente a esa hoja. Solo le sirve para castigarse por no haber sido capaz ni de concentrarse.

Pasada la media hora en la que su mente se hunde en un silencio prácticamente sepulcral, decide poner fin al sentimiento de decepción y frustración que le revuelve el cuerpo.

Entrega el examen con nula expresión facial y algo pálido, motivo por el que el profesor le mira más tiempo del normal, y motivo por el cual Raoul sale con más prisa del aula. No quiere caer en un bucle de autodestrucción, pero es justamente lo que le está persiguiendo... y no tiene fuerzas para huir.

"Hablamos mañana, ¿vale? No me encuentro bien", envía a Elena.

Camina casi sin darse cuenta hasta el coche y se refugia en el calor de su calefacción durante unos minutos en los que su mente sigue en blanco y no siente prácticamente nada. Está frío y callado, con la mente sumida en la nada o, tal vez, en algo demasiado grande como para querer afrontarlo.

Debe pasar un buen rato, pues ve a gente entrar y salir de la facultad. Se limita a eso, a mirar, hasta que empieza a sentirse mal por no estar sintiendo nada. Le angustia no saber definir qué es lo que tiene, por qué no ha sido capaz de leer más de dos líneas sin rendirse antes, por qué no es capaz de pensar nada, de encender el coche, de dormir por las noches, de perdonarse. De todo y de nada.

"Vale... ¿cafetería?", propone Elena.

"Sí."

Acto seguido, busca el contacto de Agoney y empieza una llamada, sin tener muy claro el motivo que le va a dar, no por no querer dárselo, sino por no tener ni idea.

- ¿Sí? – descuelga.

Raoul sacude la cabeza, cayendo en la cuenta de que le ha llamado y debería contestarle, pero sintiéndose abrumado por el tenue sonido de su voz irrumpiendo en el silencio que le rodeaba hasta segundos atrás. Suspira.

- ¿Raoul? – insiste.

- Sí. Perdona.

- ¿Pasa algo? – se preocupa.

- No...

Escucha un suspiro al otro lado de la línea y puede imaginarle llevándose una mano al rostro como gesto de preocupación.

- ¿Estás bien?

- Sí.

- ¿Sí?

- No. ¿Puedes hablarme? Solo necesito que me hables.

- ¿Dónde estás? – pregunta.

- Es solo que el examen ha sido una mierda y me he sentido como una mierda y en realidad no siento nada y no puedo ni pensar – se ahoga y busca aire desesperadamente.

Tiene que reprimir un sollozo.

- Raoul, amor – Agoney trata de mantener la calma. – Dime dónde estás.

- En la facultad.

- Vale, bien, ¿estás solo?

- Esto es una mierda, Agoney – le tiembla la voz.

- Lo sé, mi niño, lo sé. Dime dónde estás, ¿puedes? Yo estoy cerca, puedo ir.

- Solo necesito que me distraigas...

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Where stories live. Discover now