Capítulo 17

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El primer beso.

Raoul no puede explicar con palabras lo que siente. Es una mezcla de emoción por volver a encontrar lo que hacía ya tiempo que no probaba (desde aquél primer chico que había besado años atrás, en el patio del instituto) y desagrado por no tener el control de la situación. Al fin y al cabo, no ha podido evitar la lengua del chico en su boca incluso antes de que sus labios se tocaran.

Pero es su primer beso juntos. Y hace solo dos días que se conocen. Y hace solo un día Raoul había dejado a sus amigos sin coche para volver a casa, presa del miedo al sentir manos ajenas aventurarse por debajo del elástico de su bañador y sin su permiso.

Deja que le bese y dé tantas vueltas en su boca con la lengua como quiera, y es que tampoco podría pararle si quisiera. Parece tener verdaderas canas de comerle. Le muerde el labio inferior en diversas ocasiones y Raoul gime, de dolor más que de placer, pues no lo hace con cuidado.

- Para, para, para... - pide, poniendo una mano en el pecho del chico y usando su fuerza para alejarle.

- ¿No te gusta? – pregunta y vuelve a romper la distancia para lamerle el mentón.

Raoul lo piensa. Le gusta el rollo seductor y ligón del chico, primo de su amigo, pero no le gusta su lengua donde él no le ha dejado que entre.

- Un poco más lento, ¿vale? – pide, avergonzado.

- Qué tierno – ríe. – Mira, si no quieres estar conmigo puedo buscarme a otro.

- No, no es eso...

Raoul no quiere sonar ridículo. No le puede decir que no quiere ir con tanta prisa, que él nunca ha querido a nadie de verdad y que tiene ganas de hacerlo, poco a poco. Pero es demasiado tarde para exigir una historia de amor como la que le gustaría, porque han pasado solo dos días desde que se aprendió su nombre y ya pretende que se aprenda su cuerpo de memoria. A Raoul no le apetece, no le gustan las prisas. Pero le gusta sentirse deseado y no tiene excusa para no aceptar lo que el chico le ofrece.

- No importa. Olvídalo – sonríe.

- Eso pensaba yo, cariño – ríe.

Vuelve a robarle el espacio y se funden en un beso donde no se notan los labios, húmedos y feroces, casi con rabia, como si estuvieran peleando con las lenguas. Y Raoul trata de convencerse de que le gusta, pues no sabría rechazarlo, no con la mirada segura y las manos con clara experiencia que le acarician el pecho. Es más fácil engañarse y pensar que está haciendo lo correcto que enfrentarse a algo que le asusta y no le gusta.

*

Quique le espera en la puerta de la facultad con un café en la mano.

- No me gusta el café, pero gracias – Raoul le regala una sonrisa sincera y coge el humeante vaso de plástico.

- Eso es nuevo.

Raoul rueda los ojos.

- He estado pensando – empieza el chico.

- ¿En qué? – Raoul alza las cejas.


- ¿Sabes Efrén?

- Sí, Quique. Te presentaste en mi casa para hablarme de él – ríe.


- Vale. Pues. Me gusta mucho.

- Me alegra. Se te ve feliz.


- El caso es que nos hemos acostado varias veces – suelta. – Pero ninguna estando sobrios, y la verdad es que solo recuerdo mucho placer animal y tal, pero nada... sentimental, por así decirlo.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ